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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 287

Benicio se quedó parado a un lado, con la intención de ayudar, pero sentía que no había forma de intervenir.

No tenía ni idea de quién era el hombre que estaba al lado de Estefanía, de dónde había salido, ni por qué tenía tanta afinidad con ella. Le costaba aceptar que, después de cinco años junto a él, Estefanía no había tenido contacto con nadie del exterior y, apenas llevaba un mes lejos, ya tenía a alguien tan cercano a su lado.

Estefanía tenía la mente y el corazón puestos por completo en su abuela. Ni siquiera notó que Benicio seguía ahí, mucho menos imaginaba todo lo que él estaba pensando. Cuando Gilberto terminó de acomodar a la abuela, Estefanía se sentó junto a la cama, acariciando con ternura el rostro demacrado de la anciana. No pudo contener más el llanto y las lágrimas brotaron como cascada, una tras otra, sin pausa.

—Este...

Benicio intentó acercarse, abrazarla, consolarla, pero ni siquiera alcanzó a decir su nombre cuando alguien más se le adelantó. Gilberto ya estaba a su lado, rodeándola por los hombros y limpiando sus lágrimas.

—Fani, ya está, todo pasó.

Estefanía negó con la cabeza, con el alma hecha pedazos.

—Mi abuela ha sufrido tanto...

—Lo sé —contestó Gilberto, con la voz cargada de dolor—. A mí también me duele, pero si lo vemos por el lado bueno, al menos logramos salvarla, ¿no? Ahora hay que ponerle ganas al tratamiento, cuidarla bien cuando salga de aquí. Se va a recuperar.

Estefanía asintió, sollozando bajito.

—Lo entiendo, pero igual me duele mucho.

—Apuesto a que, si te pido que vayas a descansar un rato, no vas a querer, ¿verdad? —susurró Gilberto.

—No —replicó Estefanía, decidida—. No pienso irme ni un segundo, nadie me puede convencer.

—Entonces, anímate, come bien, descansa lo que puedas, porque si no...

—Ya entendí —interrumpió Estefanía, frunciendo el ceño—. En cualquier momento la abuela puede despertar. No voy a llorar más, y luego voy a comer algo. No quiero que despierte y me vea así, toda desmejorada.

Gilberto soltó una risa breve.

—¿Ahora resulta que te molesto?

—No —dijo Estefanía en voz baja—. Es solo que... me siento como una niña chiquita.

Lo cierto era que ella no quería ser una carga para Gilberto, aunque él siempre buscaba la manera de animarla y hacerla sentir protegida. Pero, en el fondo, tenía la costumbre bien arraigada de no molestar a nadie con sus problemas. Lo suyo, era suyo.

Gilberto, al escucharla, sintió una mezcla de culpa y ternura. Era su error, pensó. Por no estar antes, por no tener claro lo que pasaba con su familia acá. Si hubiera sabido que había gente tan miserable alrededor, habría venido a llevárselos hace mucho tiempo.

—Fani —le dijo con un tono suave y lleno de cariño—, conmigo puedes ser una niña todo el tiempo que quieras.

Capítulo 287 1

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