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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 291

—No pasa nada —dijo Gilberto Navas sentándose a su lado—. Solo me pidió que le pusiera al tanto del trabajo, todo va muy bien.

—Hermano, ¿vas a traer el negocio aquí al país? ¿Entonces piensas quedarte a vivir aquí con la tía? —preguntó Estefanía Navas, llena de curiosidad.

—Por ahora no —soltó una sonrisa ligera—. Al principio seguro que me la voy a pasar viajando de un lado a otro. Cuando las cosas aquí funcionen bien y todo esté estable, ya pensaré si mi mamá se viene también. Aunque bueno, ella tiene su propio rollo y sus planes. No le hace gracia la idea de ser ama de casa a tiempo completo.

—La tía es increíble —dijo Estefanía, y lo decía de corazón. Sabía que su tía llevaba años trabajando como diseñadora en una marca de moda importante y apenas había salido de esa empresa.

Decirlo le salió del alma. El mundo allá afuera era tan grande, y sin embargo ella misma se había encerrado por cinco años.

—Nuestra Fani también es increíble —comentó Gilberto con una sinceridad tan clara que no dejaba lugar a dudas.

Al oírlo, Estefanía sintió ese típico orgullo familiar, como cuando tu familia te ve con los mejores ojos aunque tu vida sea un desastre o no hayas logrado nada espectacular. Para los tuyos, siempre eres lo mejor que hay.

Esa sensación, en teoría, la debería haber sentido hace más de veinte años con sus papás. Hacía mucho que había dejado de esperar algo así. Pero ahora, casi llegando a los treinta y con la vida hecha un lío, lo recibió de parte de un hermano con el que apenas llevaba unos días conviviendo.

—Hermano… —una calidez le llenó el pecho, tan fuerte que le apretó la garganta y no pudo seguir hablando.

—Ay, manita, no te preocupes. De ahora en adelante, vamos a estar juntos como familia, todos unidos.

—Sí —asintió Estefanía. Después de casi treinta años, por fin sentía lo que era tener familia de sangre. Era un calorcito reconfortante.

...

Cuando Benicio Téllez salió disparado del hospital, Cristina Luján ya había conseguido comunicarse con Gregorio.

No traía ni un peso encima y le habían robado el celular.

De hecho, la habían aventado del carro en un lugar apartado y solitario; tan pronto logró salir arrastrándose de aquel costal en el que la metieron, el carro ya se había esfumado.

Miró a su alrededor y no vio ni una casa, mucho menos gente.

Por suerte, no estaba en una autopista. Después de un rato, se paró en medio de la carretera y le hizo señas a varios carros para que la llevaran a la ciudad.

Pero nadie quiso ayudarla.

Capítulo 291 1

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