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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 294

—Así es, Beni —dijo Cristina—. Yo no quiero nada, de verdad. Si tú decides que quieres olvidar todo esto, podemos hacer como si nunca hubiera pasado. Pero… solo digo, si alguna vez, como dijo Gregorio, necesitas un lugar en este mundo, yo siempre voy a estar aquí. Si un día te acuerdas de mí, solo ven, yo te preparo comida caliente, platicamos, y te ayudo a quitarte las preocupaciones.

En la cabeza de Benicio solo resonaba una frase de Gregorio: Lo que pasó, ya pasó, el tiempo no se puede regresar…

Ni siquiera supo cómo salió de la casa de Cristina.

Después de que Benicio se fue, Gregorio y Cristina intercambiaron una mirada y ambos soltaron un suspiro de alivio.

Pero Benicio no fue ni a la oficina ni al hospital. Condujo su carro sin rumbo, como si anduviera en automático, hasta llegar a su propia casa.

Todavía traía la ropa impregnada con el olor fuerte del alcohol. Se la quitó y la tiró directo al basurero. Luego, como si no le importara nada, se metió a la tina, cerró los ojos…

Se quedó ahí más de una hora, hasta que el timbre de su celular, que estaba cargándose afuera, lo sobresaltó.

Era Gregorio otra vez, llamando para pedirle que fuera a la oficina a una junta.

No tenía ánimos ni fuerzas.

—Háganla ustedes —respondió, sin ganas.

—Beni, es una junta clave. Vamos a discutir lo de la colaboración con la empresa de Gabriel —insistió Gregorio—. No puedes faltar.

—Que la retrasen entonces —dijo Benicio, y colgó sin esperar respuesta.

Volvió a tirarse en la cama, la cabeza le zumbaba y las ideas se le enredaban.

El celular volvió a sonar.

Otra vez Gregorio…

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