—Puedo caminar sola —frunció el ceño Estefanía.
¿Para qué la había traído al hotel?
No intentó escapar sin razón; con una pierna lastimada, ¿de verdad pensaba que podría huir de él?
Y de pronto, lo vio abrir una habitación.
¿¿¿???
Su cabeza se llenó de interrogantes.
—No me digas que abriste esa habitación para mí, ¿verdad?
—Tu identificación —le pidió, extendiéndole la mano.
—¡No quiero! Yo ya tengo mi habitación, ¿por qué tendría que quedarme aquí contigo?
Benicio la ignoró y preguntó a la recepcionista:
—¿Puedo dar el número de identificación?
—Sí, claro —contestó ella.
Enseguida, Estefanía escuchó cómo él recitaba de memoria una larga serie de números. Era su número de identificación.
Estefanía se sorprendió.
—¿Te acuerdas de mi número de identificación?
Nunca le había negado a Benicio lo detallista que podía ser, pero siempre pensó que su atención sólo existía gracias a su “agenda” y los recordatorios en su celular, no porque en verdad se esforzara por recordar cosas.
Benicio la miró, su expresión endurecida de repente.
—¿Y cómo no iba a recordar el número de alguien que va a heredar mi fortuna?
Estefanía se quedó callada.
La recepcionista le entregó la tarjeta de la habitación a Benicio.
Viendo que ella no decía nada, Benicio soltó una risa burlona.
—¿Ya estás calculando cuánto me queda de vida? ¿O andas pensando en cómo deshacerte de mí?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...