Estefanía regresó al baño, y lo primero que hizo fue cambiar la cuenta de correo en su celular. Luego, se quitó la toalla de la cabeza y se peinó el cabello, que seguía medio húmedo, hasta dejarlo bien acomodado. Solo entonces salió de nuevo.
En ese pequeño rato, Benicio ya se había tomado otra copa de vino. La botella, que era grande, ya iba casi por la mitad.
—Estefanía, yo controlo lo que bebo, ya no me voy a emborrachar —dijo, como si necesitara justificar que había roto su promesa—. Últimamente han pasado demasiadas cosas, necesito relajarme un poco.
—Oh —respondió ella, sin mucho interés.
Una vez, Estefanía había arriesgado su vida para salvarlo. Si en una vida pasada le debía algo, ya lo había pagado. Ahora solo quedaba el respeto, los mejores deseos y la decisión de no meterse más en la vida de otros.
—Te pedí un filete, deberías comerlo mientras aún está caliente. En este lugar los filetes quedan buenos —le indicó.
Ella negó con la cabeza.
—Comí demasiado en la noche, de verdad ya no me cabe nada.
Benicio sonrió con resignación.
—Vaya, sí que tuviste una buena noche.
—La verdad, estuvo muy bien —asintió Estefanía, sin mentir.
Benicio se servía más vino cuando escuchó eso. Negó con la cabeza y soltó un suspiro.
—Qué bárbara eres. Tu esposo ha perdido un proyecto tras otro y tú todavía puedes estar de buen humor.
Estefanía estuvo a punto de decirle: ¿Acaso fue mi culpa? ¿No sabes bien por qué se cayeron esos proyectos?
Pero ese tipo de discusiones ya se habían repetido demasiadas veces. De nada servía pelear, nunca lo iba a convencer. Mejor dejarlo así, no valía la pena desperdiciar palabras.
Así que simplemente guardó silencio, tomó el vaso de agua que tenía delante y bebió despacio.
—Estefanía —siguió Benicio, ya medio copa adentro y con el ceño marcado—. Yo sé lo que quieres decir. Vas a decir que todo es culpa de Cris.
—No, no, no —se apresuró a aclarar Estefanía—. Ahí sí te equivocas, yo jamás he pensado eso.
Benicio se relajó al verla tan tranquila.
—Me alegra que lo entiendas, Estefanía. Cris siempre fue consentida, nunca sufrió nada, y ahora que le ha ido tan mal, pues claro que la cuido más. A veces sí que es difícil, no tiene mucho sentido de los límites, pero siempre fue así. Cuando era más joven, todos decían que era espontánea, divertida. No hay por qué pedirle que cambie solo porque creció. Cambiar la esencia de una persona es casi imposible.
Estefanía lo escuchaba y, mientras tanto, tomó una uva del plato.
—Tienes razón.
Benicio la miró en silencio, sin saber qué más decir.
No pudo evitar soltar una risa.
A Estefanía le pareció curioso: hacía tanto que Benicio no se reía así delante de ella, y todo gracias a Cristina.
Le vino a la mente una frase típica de esas novelas de empresarios poderosos: el jefe no había sonreído así en mucho tiempo.
La frase le iba como anillo al dedo a Benicio, solo que en las novelas es la protagonista quien logra esa sonrisa… y en su caso, el jefe se reía por la mujer equivocada.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...