En realidad, tampoco era necesario llegar a tanto.
El matrimonio es una elección de ambas partes; en su momento, ella también eligió mal...
—¿Suspirando? ¿Terminaste de hablar con él y ya suspiras? —Benicio señaló el celular en sus manos—. ¿O ya se te olvidó a nombre de quién viene el acta de matrimonio?
Estefanía lo miró con resignación.
—El que olvida nunca he sido yo, Benicio.
Benicio arrugó el ceño, luego soltó una risa burlona.
—¿Y entonces? ¿Ahora te pones a actuar así delante de mí? ¿Qué pretendes? ¿Quieres que me ponga celoso, que deje a Cris y me quede pegado a ti? ¿Quieres jugar conmigo a ver quién aguanta más?
Estefanía no pudo evitar poner los ojos en blanco.
—Piensa lo que quieras, no me interesa.
Se deslizó bajo las cobijas, dejó el celular a un lado y se acomodó para dormir.
—¡Levántate! ¡No vas a dormir! —Benicio destapó la cama de un tirón.
—¡Benicio, ya duérmete! No tengo la cara dura que tú tienes, solo platiqué con la señora Roldán y su familia. —Le molestaba lo absurdo que resultaba discutir con él.
Benicio soltó una carcajada aún más despectiva.
—¿Eso qué significa? ¿Me estás diciendo que ya eres parte de su familia o qué?
Agarró su celular y lo puso frente a ella para desbloquearlo con su cara.
—¿Qué te pasa? Devuélveme el celular —intentó arrebatárselo.
Benicio, empeñado en revisar su lista de contactos, terminó perdiendo el celular a manos de Estefanía, que lo recuperó rápido y lo guardó bajo la almohada.
—¡Dámelo! ¡Borra a Noel! —le soltó con el rostro endurecido, en un tono que no admitía réplica—. No voy a permitir que alguien que gasta mi dinero escape de mi control.
No quería imaginar qué habría sentido si algo así ocurría antes de su aniversario de cinco años. ¿Se habría emocionado? ¿Se habría puesto feliz?
Pero ahora, justo cuando estaba a punto de salir de ese lugar, Estefanía no quería que hubiera ningún cambio real en su relación con Benicio. Solo un nombre podía detenerlo: Cristina.
—¡Benicio! ¡No soy Cristina! ¡Suéltame! —intentó zafarse, pero la mano de él apretaba su piel con tanta fuerza que solo sentía dolor, un dolor que quemaba como si le hubieran puesto fuego encima. No había más, solo el ardor.
Él no se detuvo. Al contrario, se puso más violento, recorriéndola con sus manos, su respiración jadeante quemándole el oído. Le habló en un tono tan aterrador que jamás había oído en él.
—Total, si no te veo la cara, puedo imaginar que eres Cris.
—¿Benicio, eres un maldito demonio? —Estefanía sintió una humillación como nunca antes. ¡La estaba usando como si fuera Cristina!
Había decidido ya no importarle que él llevara cinco años amando a Cristina, pero ser tratada de esa forma, como si solo sirviera para reemplazar a otra, no lo iba a soportar.
—¡Benicio! ¡Eres peor que un animal! —gritó, llena de rabia y dolor.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Es verdad sale muy caro liberar capitulos...
Muy bonita la novela me encanta pero pueden liberar mas capitulos yo compre capitulos pero liberar mas capitulos sale mas caro...
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...