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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 97

Todos en la empresa han trabajado tan duro, desvelándose noches enteras, entregando todo para que llegáramos hasta donde estamos ahora… Y ella… ella solo está en casa, disfrutando del esfuerzo de todos los demás, y todavía tiene el descaro de buscarte problemas, de molestar a Gregorio y a Ernesto… Yo solo quería llevarme bien con ella, ser su amiga, hacer que todos estuviéramos en paz, pero ni así le caigo bien, siempre me insulta… No aguanté, ¿por qué si ella te busca la recibes de inmediato? ¿Por qué siempre le das lo que quiere? Me dejé llevar y la encerré en la sala de juntas, solo… solo quería retrasarla un poco para que no te encontrara tan rápido… Jamás pensé que la sala de juntas se iba a incendiar… —Cristina lloraba con tanta fuerza que apenas podía respirar.

Estefanía la miró, impasible, viendo cómo montaba su espectáculo. ¿Ahora Benicio iba a pedirle que la perdonara otra vez?

—Beni, yo… yo de verdad no me atrevería a hacerlo otra vez… Te lo juro, me voy a portar bien… ¿sí? Perdóname… —Cristina seguía llorando, las lágrimas corrían y caían sobre la manga de Benicio.

Estefanía soltó una sonrisa burlona.

—Cristina, creo que te estás confundiendo de persona. La víctima aquí soy yo, no él. ¿No te parece raro que le pidas perdón a él?

—Pero Estefanía… —Cristina la miraba con miedo—. Yo sé que me odias… siempre te caí mal, ahora menos vas a perdonarme… pero, ¿y si te pido disculpas? Yo te pago los gastos médicos, lo que quieras por el daño que te hice, con tal de que me perdones.

La sonrisa de Estefanía se volvió aún más irónica.

—¿Me vas a compensar? ¿Con el dinero de mi esposo me vas a pagar?

El rostro de Cristina se puso rojo de la vergüenza, y las lágrimas seguían brotando de sus ojos. Casi parecía que la que había estado a punto de morir quemada era ella, no Estefanía.

Benicio soltó un suspiro largo.

—Estefanía, tampoco es para tanto…

—¿Y entonces cómo debería decirlo? —Estefanía ya sabía lo que pasaba por la cabeza de Benicio. Ese tipo ya estaba convencido por Cristina: para él, Cristina era una señorita delicada e inocente, incapaz de hacerle daño a nadie. Seguro pensaba que todo lo hacía por bondad y sentido de justicia, defendiendo a sus amigos y dándole una lección a la “bruja” de su esposa.

—Cris ya te dijo que te va a compensar…

—¿Y no es con el dinero de mi esposo que me va a pagar? Ella dice que la empresa es fruto del esfuerzo tuyo y de tus amigos, que yo nada más estoy aquí de adorno… ¿y ella qué? ¿Por qué tiene derecho a ser tu asistente en la empresa? ¿Por qué puede vivir en la casa que tú pagaste? ¿Por qué usa las joyas que tú compraste?

—¡Estefanía! —Benicio se veía furioso, y Estefanía supo que había dado en el clavo.

Lo había dicho solo por molestar, pero al parecer Benicio sí le había comprado casa a Cristina.

Ya no quiso decir nada más, solo los miró con una sonrisa cargada de sarcasmo.

—Estefanía, Cris volvió del extranjero y como amigos, nada más la estamos ayudando…

Capítulo 97 1

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