En realidad, cuando dejas de esperar algo de otra persona, el dolor se va desvaneciendo poco a poco.
Estefanía terminó de cambiarse los zapatos y se preparaba para salir, cuando Benicio la alcanzó enseguida.
—¿A dónde piensas ir?
Al ver que Estefanía ni siquiera le dirigía la mirada, se giró hacia Elvira.
—¿Sabes a dónde va la señora?
Elvira tenía la misma cara de desconcierto.
Benicio tomó las llaves del carro y la siguió directo al elevador.
Estefanía lo miró de reojo, notando esa sombra de barba sin afeitar que le cubría la mandíbula, y no pudo evitar soltarle:
—Señor Benicio, ¿no tienes nada mejor que hacer?
Cinco años.
En cinco años, él jamás la había seguido con tanta insistencia. Era tan extraño que costaba creerlo.
—Ya te dije que estoy de vacaciones.
Estefanía, mirando cómo se cerraban las puertas del elevador, preguntó con voz tranquila:
—¿Ah sí? ¿Entonces Cristina ya fue a entregarse?
Benicio titubeó un instante con la mano sobre el botón del elevador.
Estefanía esbozó una leve sonrisa y no dijo más.
Ya lo sabía, mucho ruido y pocas nueces.
Pero bueno, tampoco importaba, porque ella ya había ido a denunciar todo.
—Estefanía, ¿no que a la abuela le gustan los postres de Delicias Zafiro? ¿Por qué no pasamos a comprar algunos de camino? Y de ahí compramos unas cosas para la cena, así comemos en su casa esta noche —sugirió él, esquivando el tema.
—Me parece bien —respondió ella. Su tono era tan ligero y sereno, sin rastro de enojo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Baile de Despedida del Cisne Cojo
Muy bonita novela desde principio cada capítulo es un suspenso...