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El Bebé Nos Cambió el Plan romance Capítulo 2

Esteban no pudo ocultar su molestia; en su voz se notaba el tono de amenaza.

—Vivi, súbete al carro. Solo quiero invitarte a comer, no me obligues a hacer algo de lo que me pueda arrepentir.

Viviana jamás imaginó que él se atreviera a decir algo tan descarado. Cuando vio que hablaba en serio, miró a su alrededor y notó que no había nadie cerca. Si él se ponía violento, sabía que no tenía cómo defenderse.

—¿Qué es lo que quieres ahora?

—Súbete al carro.

Las palabras de Esteban, aunque breves, llevaban una fuerza inapelable.

Viviana respiró hondo, tragándose el enojo, y fue directo a abrir la puerta trasera.

La puerta no se abrió al primer intento.

Al ver la expresión de fastidio en su rostro, Esteban temió que ella se arrepintiera y decidiera marcharse. Se guardó el comentario de pedirle que se sentara adelante y desbloqueó la puerta trasera. No quería forzar aún más la situación, a menos que fuera estrictamente necesario.

Viviana entró al carro y azotó la puerta con tal fuerza que el golpe retumbó en el aire.

Esteban apretó el volante, sintiendo una amargura difícil de tragar.

Durante el trayecto, Viviana se cruzó de brazos, cerró los ojos y fingió dormir. No dijo una sola palabra, lo que logró que Esteban se tragara cualquier cosa que quisiera decir.

El silencio los acompañó todo el camino hasta el restaurante. Esteban ya había reservado una mesa y ordenado la comida.

—Vivi, aquí tienes tu pescado favorito. Todavía me acuerdo que nuestra primera cita fue en este lugar. Dijiste que lo que más te gustaba era el pescado de aquí, aunque siempre te daba miedo encontrar espinas.

Con una sonrisa suave, le sirvió un trozo de pescado, asegurándose de quitarle todas las espinas antes de ponerlo en el plato de Viviana. La miró con ojos llenos de nostalgia.

Desde fuera, cualquiera habría pensado que era el novio más atento y cariñoso del mundo.

Pero Viviana ni siquiera levantó la mirada. Se quedó sentada, sin inmutarse por sus palabras, como si la protagonista de esa historia no fuera ella.

Ni una pizca de emoción.

Esteban sintió una punzada de vacío en el corazón, como si alguien le apretara el pecho hasta dejarlo sin aire. Aun así, se forzó a sonreír.

—Ese día también me pediste que te quitara las espinas toda la vida, ¿te acuerdas?

La paciencia de Viviana llegó al límite. Cerró los puños bajo la mesa y soltó, incapaz de aguantarse más.

—¿Por qué no dejas de decir esas cosas tan repugnantes?

Capítulo 2 1

Capítulo 2 2

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