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Alberto expresó, decidido a no vacilar más.
Debe salvar a Ana, cueste lo que cueste.
Alberto se dirigió a Raquel: —Raquel, sería mejor que tú tratarasla enfermedad cardíaca de Ana, sin problemas no deseo presionarte.
El corazón de Raquel se estrujó; Alberto había decidido aliarse con aquellos que defendían a Ana.
Raquel respondió con una sonrisa forzada: —Alberto, si intentas presionarme, primero verifica si tienes la capacidad de hacerlo.
Doña Sara intervino: —Raquel, eres presuntuosa. Aunque seas experta en medicina alternativa, no puedes competir contra alguien tan poderoso como el jefe Alberto, quien con un simple gesto puede derribarte.
María intercedió: —Raquel, ya te hemos dado la oportunidad de retractarte. Es mejor que desistas ahora; un enfrentamiento abierto no te beneficiará en lo absoluto. Te lo digo sinceramente por tu bien.
Ana se unió entusiasta a la conversación: —Raquel, aunque no lo hagas por ti, piensa en el señor Luis. No puedes permitir que él sufra las consecuencias de tus actos.
Raquel le respondió con altivez a Ana: —El asunto de Luis lo resolveré de manera adecuada. Ustedes, si tienen tiempo, deberían preocuparse más por sí mismos. En cuanto a mi padre, no descansaré hasta ver a todos los responsables tras las rejas.
Doña Sara, enfurecida, exclamó: —¡No lo menciones!
Sin darles oportunidad de replicar, Raquel se dió la vuelta y se alejó.
Alberto observó cómo se alejó Raquel y decidió seguirla rápidamente.
Alberto se adelantó y agarró el delicado brazo de Raquel: —Raquel, necesitamos hablar.
Raquel se detuvo, retiró su brazo bruscamente y respondió con una sonrisa siniestra: —Alberto, creo que no tenemos nada que discutir en este momento.
Alberto apretó los labios por un instante: —Raquel, no puedo ignorar a Ana, por favor no me pongas en esta posición.
Raquel respondió con sarcasmo: —Estoy impresionada por tu devoción hacia Ana, pero, ¿qué pasaría si se te complicaran las cosas?
Alberto permaneció en silencio unos segundos, luego le advirtió: —Raquel, Luis es solo el comienzo, si me presionas, las personas a tu alrededor sufrirán las consecuencias.
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