El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 547

Al oír el nombre de Raquel, Alberto se tensó: —Madre.

Nysa continuó: —Alberto, ya te lo había dicho antes, puedo ignorar a las demás mujeres a tu alrededor, pero no actúes imprudentemente. Esta vez Víctor incluso me llamó personalmente para decir que quieres rechazar una alianza matrimonial por esta Raquel, ¿es eso cierto?

Alberto confesó: —Es verdad, Raquel es la persona a quien amo. No me casaré con otra persona.

—¡Insensato! —exclamó Nysa, furiosa—. Alberto, parece que Raquel te ha hechizado. El acuerdo matrimonial debe cumplirse. La heredera de la familia Barroso ya ha regresado; prepárate para casarte pronto.

Alberto frunció el ceño con aire digno: —Madre...

—Alberto, ya he hecho los preparativos para el jet privado; llegaré mañana a Solarena.

Dicho esto, Nysa colgó el celular directamente.

Nysa vendrá.

Alberto estuvo de pie afuera por un momento, luego subió al lujoso carro y arrancó. —Raquelita, te llevaré a casa.

Raquel asintió. —Está bien.

Camila preguntó: —Jefe Alberto, ¿qué te dijo Nysa por celular?

Alberto levantó sus guapos ojos y miró a través del espejo retrovisor. En ese momento, sus ojos se encontraron con los claros ojos de Raquel, quien también lo estaba mirando.

Sus miradas se cruzaron, y Alberto dijo: —Ella llegará mañana a Solarena.

En cuanto al propósito de venir a Solarena, Alberto no lo mencionó.

Camila expresó sorpresa: —¿La señora Nysa va a venir a Solarena? En estos años, debido a su silla de ruedas, se ha vuelto reclusa. No le gusta acercarse a la gente, y ahora va a venir a Solarena.

Camila miró a Alberto: —Jefe Alberto, has estado en Solarena por mucho tiempo. Deberías volver a Valle del Río.

Raquel negó con la cabeza: —Estoy bien.

Alberto observó la mano de Luis sobre el hombro de Raquel y su propia mano, colgando a su lado, lentamente se cerró en un puño.

Raquel relajó su cuerpo y apoyó la cabeza en el pecho de Luis: —Luis, vamos a casa.

Luis miró a Alberto: —Jefe Alberto, gracias por traerla a casa; nosotros ya nos vamos. Adiós.

Luis se marchó abrazando a Raquel.

Alberto se quedó solo, paralizado en el lugar, observando la intimidad entre Raquel y Luis.

Aunque él corría hacia Raquel con todas sus fuerzas, ella ya no le pertenecía.