Resumo do capítulo Capítulo 613 do livro El CEO se Entera de Mis Mentiras de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 613 , um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance El CEO se Entera de Mis Mentiras. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero Triángulo amoroso continua a emocionar e surpreender a cada página.
Doña Sara aún insistía en que Raquel fuera quien realizara el tratamiento.
María se tensó evidentemente. —Mamá, ¿estás segura de lo que estás haciendo? No puedes poner a Alejandro en manos de Raquel, y si acaso...
Raquel curvó sus labios rojos en una sonrisa y miró a María con cierta desconfianza mientras decía: —¿Por qué te asusta tanto que sea yo quien lo trate? Si sigues intentando impedirlo, empezaré a sospechar que ocultas algún secreto oscuro.
La mirada de doña Sara se posó una vez más sobre María. —Ya he tomado una decisión. Y es radical así que María, hazte a un lado.
Doña Sara dio la orden: que María se apartara.
Aunque María no estaba dispuesta, ya no tenía opción. Si decía algo más, doña Sara sin duda alguna empezaría a sospechar de ella, lo cual equivaldría a exponerse de forma voluntaria.
María no tuvo más remedio que apartarse.
Raquel se acercó silenciosa. Observó a Alejandro, quien yacía en la cama del hospital. La verdad, su única impresión sobre él era que había sido un buen padre, que toda su vida había estado dedicada a proteger y amar con el alma a su hija, Ana.
Ahora, Alejandro yacía allí con el rostro pálido, sin rastro de vida.
Raquel extendió la mano y tomó el pulso de Alejandro, comenzando en ese momento el diagnóstico.
Doña Sara preguntó con ansiedad: —Raquel, ¿cómo está? ¿Es posible salvar a Alejandro?
Raquel contestó. —Sí, se puede salvar.
A un lado, el corazón de María se estremeció y sus ojos destellaron con pánico. ¿Era posible que Raquel pudiera salvar a Alejandro?
—Raquel, entonces te lo encargo. Por favor, comienza cuanto antes.— Le insistió ansiosa doña Sara.
Raquel sacó una aguja de plata y la insertó lentamente en la cabeza de Alejandro.
El Alejandro que antes no mostraba signos de vida comenzó poco a poco a retorcerse de dolor. Su mano se movió, y todo su cuerpo manifestaba una angustia intensa.
—¡Alejandro!— exclamó doña Sara nerviosa.
—Alejandro ha muerto...— dijo doña Sara incrédula.
María tampoco pudo sentir el pulso de Alejandro. Sus ojos se llenaron de júbilo desbordante. Raquel no solo no había logrado curarlo, sino que además lo había matado con su tratamiento.
¡Esto era maravilloso!
María miró a Alejandro una vez más. Era el hombre al que había amado toda su vida. Pero aunque lo amó profundamente, nunca lo pudo tener. Cuánto lo había amado en el pasado, tanto lo odiaba ahora. ¡Qué bien que ahora estaba muerto!
María exclamó furiosa: —¡Raquel, tú mataste a mi esposo! ¡Eres una asesina!
Doña Sara miró decepcionada a Raquel. —Raquel, ¿no dijiste que podías salvar a Alejandro? Pero lo mataste... ¿Por qué hiciste esto? ¡Mi hijo, mi pobre hijo!
—Mamá, ¿todavía necesitas preguntárselo? ¡Ella nunca tuvo la intención de curar a Alejandro! ¡Todo esto lo hizo a propósito, quería su vida para vengarse por su padre! ¡Llamemos a la policía de inmediato y hagamos que arresten a esta asesina!
María estaba eufórica. Jamás se imaginó que hoy recibiría una sorpresa tan agradable como esta. Esto había sido matar dos pájaros de un tiro: eliminó a Alejandro y a Raquel al mismo tiempo.
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