Resumo de Capítulo 614 – Capítulo essencial de El CEO se Entera de Mis Mentiras por Internet
O capítulo Capítulo 614 é um dos momentos mais intensos da obra El CEO se Entera de Mis Mentiras, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Triángulo amoroso, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
Ja.
Jajaja.
María gritó con desesperación: —¡¡¡Alguien!!! ¡¡Rápido, que venga alguien!!
Raquel alzó la mirada, y sus ojos claros y brillantes se posaron en el rostro de María. Curvó sus labios rojos y esbozó una suave sonrisa.
—¿De qué te ríes, Raquel? ¡Tú mataste a mi esposo y aun así te atreves a reír! —María sintió que aquella sonrisa era profundamente perturbadora.
Raquel con sarcasmo sostuvo la mirada de María. —¿Estás tan segura de que tu esposo está muerto?
María quedó perpleja. —¿Qué quieres decir, Raquel? Mi esposo no respira, ¡por supuesto que está muerto!
Raquel respondió calmada: —Entonces intenta comprobar de nuevo si respira.
Con desconfianza, María colocó los dedos bajo las aletas de la nariz de Alejandro. Estaba frío, y efectivamente, no respiraba.
María quiso apartar la mano. Iba a gritarle enloquecida a Raquel por burlarse de ella, pero en ese instante, Alejandro abrió los ojos de golpe.
María lanzó un grito agudo: —¡Ah!
En ese preciso momento, Alejandro extendió la mano y le sujetó la muñeca.
Aquel que minutos antes parecía estar muerto, se había movido de pronto y ahora la tenía agarrada del brazo. María, presa del pánico, se soltó con brusquedad y cayó sentada al suelo. —¡Ah! ¡Un monstruo! ¡Es un monstruo!
Sin pensarlo dos veces, doña Sara se adelantó, emocionada. —¿¡Qué bien Alejandro, despertaste!?
María levantó la cabeza y vio que Alejandro, acostado en la cama del hospital, inhalaba con violencia una gran bocanada de aire y luego exhalaba lentamente. El monitor cardíaco también mostraba de nuevo signos vitales normales.
Alejandro había vuelto a la vida. Su respiración y su corazón se habían reactivado.
María no podía creerlo. Momentos antes, él estaba muerto; ella misma había comprobado su respiración y su pulso. ¿Cómo podía alguien después de estar muerto volver a la vida?
Aunque Alejandro ya había despertado, su cuerpo aún no respondía como el de una persona normal. Abrió poco a poco la boca, sin lograr articular palabra, y luego giró la cabeza, clavando en María una mirada feroz.
Aquella mirada era tan brutal que parecía querer devorarla.
María retrocedió un paso, llena de miedo y culpa.
Doña Sara quedó, extrañada. —Alejandro, ¿por qué miras así a María?
Alejandro apretó con fuerza los puños, sus ojos, fijos en ella, se teñían de rojo. Si no fuera por la rigidez de su cuerpo, quizás ya habría saltado sobre ella para estrangularla.
Esa ira descomunal, ese odio evidente, despertaron de inmediato la sospecha de doña Sara. Desesperada, le exclamó: —¡Alejandro, ¿dime, qué te pasa?! ¿Acaso María te hizo algo? ¡Dímelo ya!
El corazón de María de pronto se desplomó. Doña Sara comenzaba a sospechar.
En el momento en que Alejandro hablara, la verdad sobre el origen de Ana saldría por completo a la luz. ¡Y eso significaría la muerte para ella y para-Ana!
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