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Camila se detuvo por unos segundos, y miró con recelo a los dos hombres vestidos de negro. —¿Ustedes qué quieren hacerme? ¡Suéltenme!
Los dos hombres de negro la sujetaban mientras respondían con el rostro sombrío: —Hoy terminó tú suerte, alguien ha pagado para arruinarte esa cara.
¡¿Qué?!
Las pupilas de Camila se contrajeron al instante. No se esperaba que alguien hubiera contratado a unos matones para hacerle daño.
—¿Quién es su empleador? ¿Por qué quieren hacerme daño?—, preguntó asustada Camila.
Uno de los hombres de negro dijo: —No hace falta que preguntes. En resumen, hoy no vas a conservar esa linda cara.
Camila intentó con todas sus fuerzas empujar a los hombres para escapar, pero la diferencia de fuerza entre hombres y mujeres era enorme. Los hombres de negro la sujetaban con firmeza, sin dejarle posibilidad alguna de huida.
Camila no tuvo más opción que gritar a todo pulmón: —¡Auxilio! ¡Ayuda, socorro!
Uno de los hombres de negro le tapó apresurado la boca y gritó furioso: —¡Mierda! ¡Esta mujer sí que se resiste! ¡Muévete más rápido, arruínale la cara ya!
Uno de ellos inmovilizaba a Camila, mientras el otro sacaba un cuchillo que destelló con un brillo frío.
El corazón de Camila latió con violencia. Vio cómo la hoja del cuchillo se acercaba poco a poco a su rostro.
Pronto, ese filoso cuchillo le dejaría una marca sangrienta en la cara.
En los momentos de peligro extremo, el cuerpo humano puede liberar una energía sorprendente. Camila en ese momento levantó la pierna y dio una patada directa en la entrepierna del hombre de negro.
El hombre no esperaba un ataque sorpresa como este; soltó un alarido y retrocedió varios pasos.
Aún quedaba otro sujetando a Camila. Ella abrió asustada la boca y le mordió con fuerza en la mano.
El reflejo del dolor hizo que aquel hombre la soltara también, soltando un agudo grito de dolor.
Aprovechando la oportunidad, Camila salió despavorida con todas sus fuerzas.
Los dos hombres de negro miraron con rostro siniestro en la dirección en que ella escapaba. —¡Mierda! ¡Esta mujer sí que es fuerte! ¡Rápido, a perseguirla! Hoy tenemos que dejarle varias cicatrices en la cara, para darle una buena lección.
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