El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 689

Ana interrumpió enseguida a Nysa: —¡Lo que quieres decir es que no soy tan buena como ella!

Nysa intentó seguir hablando: —Yo...

Las manos de Ana, colgando a ambos lados del cuerpo, se cerraron con fuerza en puños. —Ustedes todos piensan de esa manera. Raquel es la santa de la medicina nacional, la Invencible. Raquel es Jolanda, ella es tan excelente, mientras que yo no he logrado nada en la vida. Por eso ustedes todos se acercan a ella. ¡Ustedes no me quieren!

Nysa se asustó por el aspecto tan siniestro de Ana. Ahora Ana tenía el rostro lleno de maldad y celos; sus facciones estaban distorsionadas por completo, y causaba miedo al verla.

Bethra asustada se escondió detrás de Nysa. —Abuela, tengo mucho miedo.

Nysa abrazó con ternura a Bethra, y miró a Ana como si fuera una completa desconocida. —Anita, ¿cómo puedes pensar de esa forma? No es porque no seas tan excelente como Raquel que no te queremos. Pero estás tan consumida por los celos que has llegado a torcerte y a cometer delitos. ¡Me has decepcionado profundamente!

Ana, con los ojos enardecidos, miró a Nysa. —Doña Nysa, no se preocupe ahora mismo no necesito que me quieras, ¡porque no vas a salir de aquí con vida!

Nysa exclamó con altivez: —¡Anita, ¿en verdad planeas hacerme daño?!

Sin pensarlo Ana alzó la mano con un gesto aterrador. —¡Deténganlas a ambas!

Los secuestradores vestidos de negro capturaron enseguida a Nysa y Bethra.

Bethra comenzó a llorar aterrorizada. —¡Ya ustedes suéltenme, suelten a mi abuela! ¡Mi mami llegará pronto, ella nos salvará!

Nysa se apresuró a consolar a la pequeña Bethra. —¡Bethra, no tengas miedo nada te pasará! Ana, piénsalo bien, ¡yo soy la madre de Alberto! Si te atreves a hacerme daño, ¡mi hijo no te lo perdonará!

Ana miró a Nysa con frialdad. —Doña Nysa, puede estar tranquila. Alberto no sabrá nada de esto. No se preocupe, cuando me case con Alberto y me convierta en su amada esposa, cada año iremos a visitarla a su tumba.

Nysa dijo estupefacta: —¡Ana, estás verdaderamente loca!

Ana ya no veía la necesidad de que Nysa y Bethra siguieran vivas. Ordenó con firmeza: —¡Acaben con ellas! ¡No quiero volver a verlas!

—Sí señora enseguida.