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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 104

Diego arrugó la frente, de manera casi imperceptible. Si hubiera sido la Sofía de antes, habría obedecido sus órdenes. Pero la actual ya no era la misma.

Gabriel también había notado que era diferente a la anterior. Todo en ella había cambiado, por dentro y por fuera. Probablemente, antes sus ojos solo brillaban cuando miraba a Diego, pero en ese momento toda su persona irradiaba luminosidad.

Al pensar en esto, Gabriel se llevó la mano al pecho: "Deja ya de latir tan rápido", se dijo mentalmente, "ya no soy un adolescente, contrólate un poco". Pero no podía evitar sentirse nervioso y emocionado. Entonces, Valentina preguntó:

—¿Por qué te quedaste callado?

—Si tienes curiosidad, ve y pregúntale tú misma. —Gabriel suspiró, con un tono perezoso—. Aunque desprecies con quien converso.

Él reconocía que Valentina era excepcional y entendía el orgullo que tenía en su corazón, por eso menospreciaba a Sofía. Pero cada persona era diferente, no había necesidad de discutir sobre eso, bastaba con salir del paso.

A ella no le gustó nada ese comentario de Gabriel, pero él mantenía esa actitud relajada. Así que, enojarse solo la haría ver como alguien sin autocontrol o problemática. Valentina no sabía cómo lidiar con él, así que se limitó a advertirle:

—Recuerda quiénes son tus amigos.

Dicho esto, decidió ignorarlo. Entonces, él respondió:

—Por supuesto, ustedes son mis buenos amigos.

—Deja de hacer el ridículo —le advirtió Diego.

Él chasqueó la lengua.

—No estoy peleando con Valentina. ¿Tienes que protegerla tanto? ¿Ya ni puedo bromear un poco?

La actitud de Diego dejaba claro que ni las bromas estaban permitidas. Cuando se trataba de Valentina, él nunca cedía. Entonces, Gabriel se encogió de hombros.

Sin embargo, Valentina no le prestaría mucha atención a Sofía. Comenzó a practicar sus golpes; hacía mucho que no jugaba y sus movimientos estaban un poco rígidos. Al verla, Diego se acercó, puso sus manos sobre las de ella y le enseñó. Sofía caminaba por fuera de la cancha. Gabriel no le había mencionado que Diego también vendría a jugar. Pero al verlo, tampoco se sorprendió.

Alcanzó a ver la escena donde él le daba clases; estaban prácticamente pegados, muy íntimos. Lo observó unos segundos y luego apartó la mirada. Entonces, Gabriel le gritó:

—¡Sofía!

Ella le hizo un gesto con la cabeza. Diego arrugó la cara y le dijo:

—Dile que espere un momento antes de acercarse.

En este momento no tenía tiempo para escuchar sus disculpas. Además, ¡ver a Sofía revoloteando frente a él era muy molesto!

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