Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 118

Cómo estuviera Sofía ahora, a Sebastián no le importaba para nada. Además, aunque se preocupara, ¿de qué serviría?

Su familia hacía tiempo que se había desintegrado. ¡Ya era suficiente con poder cuidarse a sí mismo!

Sebastián pensó en algo.

—¿Cuándo puedes invitar a tu primo a cenar? Él pudo invertir diez millones de dólares en nuestra empresa, quiero agradecerle.

Sebastián no podía aceptar el dinero de Sofía. Joaquín había hecho que su primo cooperara y él no sospechó nada.

—Está súper ocupado, no lo molestes —dijo Joaquín—. ¡Ahora tenemos un montón de cosas que resolver!

Sebastián no insistió con las preguntas, pues había asuntos urgentes. No fue hasta el lunes por la tarde, después del trabajo, que descubrieron la verdad: había sido Códigos Rúnicos. Después de averiguar dónde estaba Mateo, se fue directo en su auto. Joaquín no pudo detenerlo. Entonces, llamó a Sofía.

—Nuestra base de datos fue atacada por la gente de Códigos Rúnicos. Sebastián fue a ajustar cuentas, ¡no pude detenerlo!

Sin consideraciones, le dijo:

—Códigos Rúnicos tiene inversión del Grupo Empresarial Villareal. Si se pelean, estaremos ofendiéndolos y ahí sí estaremos acabados. ¡Solo puedo pedirte ayuda!

Ella apretó el teléfono.

—Dame la dirección.

—¡Bien! Te la mando ahora mismo. Tienes que detener a Sebastián, no puedes dejar que se ponga violento.

—¡Está bien, buscaré gente para contenerlo!

Joaquín ya había adivinado que la relación entre Sofía y Diego era muy mala, pero no encontraba a nadie mejor. Ella colgó el teléfono. Entonces, Lisa al verla, dijo:

—¿Qué te pasa? Te ves muy mal.

—Surgió un problema —dijo Sofía—. Voy a hacer una llamada.

—Lo sé, pero me provocaste. Sofía, si fueras obediente como siempre, no habría tantos problemas.

Y así colgó el teléfono. Una marca de beso no era castigo suficiente, pues Diego quería forzar a Sofía a renunciar. No la amaba, pero no soportaba verla con Alejandro, aunque ese "estar juntos" no tuviera ningún factor emocional. Pero estar en la misma empresa, en el mismo espacio, no estaba bien.

Además, ¿quería divorciarse de él? Si quería el divorcio, debería complacerlo, mimarlo. Oponerse así, ¿no era solo para llamar su atención? Sofía había usado a Alejandro como arma. Y él era una buena, porque en los últimos tres años Diego nunca había prestado tanta atención a Sofía: por primera vez se enteraba de que tenía un hermano llamado Sebastián.

Si Sofía se empeñaba en provocarlo, entonces le haría saber que las consecuencias no eran algo que pudiera soportar. Diego no necesitaba actuar, con una llamada de un minuto podía lograrlo.

Al instante se desentendió del asunto. Esa era su actitud habitual hacia Sofía. Lo bueno y lo malo, Diego no lo tomaba a pecho. Castigar a Sofía era como tomarse un café para él, no le causaba nada, solo había hecho algo rutinario.

***

Sofía guardó el teléfono y recibió la dirección que le envió Joaquín. Era hora de salir del trabajo. Ella marcó su salida. Se subió al Land Rover, no se apresuró a irse, sacó una laptop muy gruesa, sus dedos se movieron sobre el teclado y en la pantalla aparecieron las grabaciones de las cámaras de vigilancia.

Sofía echó un vistazo. Sin decir nada, manejó hacia allá.