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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 134

—Camilo me contó algo sobre tu hermano. ¿Puedes resolver sus problemas? —preguntó Alejandro.

—Por supuesto que sí —respondió Sofía—. No es nada del otro mundo, me encargaré de eso.

Lo que mejor sabía hacer era programar.

Alejandro la observó disimuladamente por unos minutos y luego dejó el tenedor.

—¿Señor Montoya, ya terminó?

Alejandro asintió.

—Perfecto, entonces lo llevo a su casa. Lo acompaño hasta la puerta.

Como Alejandro había estado dispuesto a joderle la vida a Diego junto con ella, Sofía estaba de buen humor y se mostró más cálida con él.

Después de que Alejandro se fuera, Sofía ordenó la cocina y se fue al estudio a programar y trabajar en sus modelos.

Luego de bañarse y acostarse, revisó el celular. Diego no le había mandado ningún mensaje, ni tampoco había recibido nada de otras personas relacionadas con él.

Diego era un tipo muy orgulloso.

Que Alejandro la tomara de la mano para irse era algo que no podía soportar, lo había puesto furioso, pero como era tan humillante, no se lo contaría a nadie.

Sofía sonrió levemente.

Ahora Diego también sabía lo que era tragarse la rabia sin poder hacer nada al respecto. Sofía dejó el celular de lado, contenta, y cerró los ojos para dormir.

Desde que se separó de Diego, en general dormía bastante tranquila, pero esa noche soñó con Alejandro.

A la mañana siguiente, al despertar, recordaba el sueño con total claridad.

En el sueño, Alejandro la llevaba de la mano y caminaban bajo el sol, como una pareja de enamorados.

Sofía suspiró. ¡Qué sueño más raro!

***

Ese día, al salir del trabajo, Sofía fue a la empresa de Sebastián.

La compañía había sufrido un golpe terrible y el departamento de tecnología trabajaba horas extras todos los días.

Joaquín no esperaba que Sofía apareciera otra vez. Pero se alegró mucho.

—¡Sofía! ¿Cómo es que viniste a vernos de nuevo?

—Vine arreglar las fallas de la base de datos —respondió Sofía—. ¿No te había dicho?

Sí se lo había dicho, pero Joaquín no se lo había tomado en serio. No podía decirle “eres muy ingenua, esas fallas no se pueden resolver de la noche a la mañana”.

—Tú no eres más que una simple estudiante de la Universidad Atlántica, ni siquiera te graduaste con honores. ¿Crees que puedes con esto? —Sebastián no le creía para nada.

Sofía se acercó al escritorio de Sebastián y, al ver su mirada feroz, le pareció bastante tierno y sonrió.

—Sebastián, si llevas tantos años sin hablarme, ¿cómo sabes tanto de mi vida? ¿Acaso me has estado vigilando en secreto?

Sebastián quedó estupefacto.

—¡No seas tan creída! ¿Por qué habría de prestarte atención? ¡Prefiero no tener nada que ver contigo!

—Típico de ti, nunca se te escapa nada bueno.

Sofía miró la hora y decidió no perder más tiempo en tonterías.

—Llévame al departamento de tecnología. Esta noche solo cubro las fallas y en los próximos días monto un firewall completamente nuevo.

Sebastián sabía a la perfección lo complicado que era ese problema. Que Sofía lo dijera con tanta naturalidad, como si en unos días pudiera resolverlo, si en verdad fuera capaz pues bueno, pero si no entendía nada del asunto, era como si se estuviera burlando de él.

Ya de por sí estaba estresado y ansioso, y ahora Sofía iba a provocarlo, lo que lo puso de peor humor.

Conteniendo la rabia, dijo:

—¡Está bien! ¡Te llevo!

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