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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 135

Los del departamento de sistemas ya habían conocido a Sofía el día anterior y la oyeron hablar con una confianza tremenda, pues decía que en una semana podría reparar todo y armar un sistema de seguridad desde cero. Por eso, todos estaban convencidos de que se había vuelto loca.

Pero ahora Sebastián la traía en persona, ¿será que en verdad sí sabía hacer algo?

—Señor Mendoza, ¿es alguna gurú del ramo que contrató?

Sebastián miró de reojo a Sofía con desprecio.

—¿No que eras tan capaz? Dale, a ver qué tienes.

Sofía le dedicó una sonrisa burlona a Sebastián.

—¿De qué carajo te ríes? ¿No que te querías lucir como la muy...?

Sofía enfurecida le clavó las uñas con fuerza.

—¡¿No puedes expresarte como gente civilizada?!

Por un segundo, Sebastián volvió a ser el niño que Sofía atormentaba de pequeño, y quedó paralizado.

Cuando se dio cuenta, rugió furioso:

—¡Para nada!

¡Carajo, qué dolor!

Los técnicos no sabían dónde meterse.

Sebastián y Joaquín habían fundado la empresa juntos. Con Joaquín todo era fácil y nadie le tenía respeto, pero Sebastián era totalmente diferente.

Por un lado, tenía esa presencia intimidante, y por otro, un maldito genio de los mil demonios.

Básicamente era Sebastián quien mandaba en la empresa, y nadie se atrevía a relajarse delante de él.

Ese pellizco de Sofía los dejó a todos boquiabiertos.

Sebastián era astuto, pero todavía tenía esa soberbia juvenil, incluso cierta arrogancia. En toda la empresa no había ni una sola persona que pudiera encararlo.

Como el ambiente en el departamento había estado tan pesado los últimos días, el jefe de área quiso suavizar un poco las cosas.

—Señor Mendoza, esta joven, ¿es su... novia?

Sofía lo miró como diciendo “por favor”. ¿Qué clase de empleados reclutaba Sebastián?

Sebastián agarró un montón de folders y enojado se los tiró encima.

—¡Hablas estupideces y te va a partir un rayo!

El supervisor no entendía nada.

¿Por qué iba a recibir castigo divino? ¿Tan grave había sido el comentario?

Miró a Joaquín desesperado.

Él también le pegó en el brazo.

Sofía le fue explicando paso a paso con paciencia qué tenía que hacer.

***

Sebastián estuvo viendo trabajar a Sofía un rato, pero como no pescaba ni papa de lo que hacía, se fue a la sala de reuniones de la empresa y encendió un cigarro.

Joaquín esperaba contra toda esperanza que Sofía pudiera sacarlos de ese hoyo en que estaban, aunque el sentido común le gritaba que era imposible, necesitaba fumar y, por lo tanto, encendió uno.

—¿Cómo te fue con la gente que ibas a contactar? —preguntó Sebastián.

—Los busqué. Piden millón y medio de dólares, y necesitan un mes. —Joaquín estaba destruido.

Sebastián puso cara de pocos amigos.

—¡Que se vayan a asaltar un banco mejor!

Desarrollar un videojuego AAA costaba como cien millones de dólares. Sebastián había puesto diez millones, Joaquín cinco millones, más otros diez millones del primo de Joaquín.

Con esa plata tenían que hacer que la empresa siguiera funcionando y cubrir todos los gastos de desarrollo, así que siempre andaban impacientes raspando el fondo de la olla.

Si de un golpe se gastaban millón y medio de dólares y además tenían que esperar un mes... Si hubiera tenido a ese tipo enfrente, Sebastián le habría aventado el cigarro prendido.

Joaquín sonrió con amargura.

—El millón y medio ya es después de regatear como loco. ¡Al principio querían dos millones!

Sebastián rechinó los dientes, hirviendo de rabia, y le dio una calada al cigarro. Por primera vez, sintió algo parecido a la desesperación apoderándose por completo de él.

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