Entrar Via

Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 136

Desde que empezó la empresa hasta ahora, siempre había tenido una energía imparable. Sin importar qué tan grandes fueran los retos o las dificultades, siempre se lanzaba de cabeza con ímpetu hacia adelante.

Ya fuera por esa impetuosidad juvenil o por las ganas de demostrar de qué estaba hecho, el caso era que ¡jamás se daba por vencido!

Pero ahora tenía un problema técnico enfrente que lo tenía asfixiado contra la pared. Dinero, no había. Gente capacitada, tampoco. Y encima de todo Sofía que solo sabía ir a crear caos.

Sebastián se sentía desesperado.

—Pues qué le vamos a hacer, los expertos en tecnología de primera son oro molido. Cobran un ojo de la cara, pero sí te solucionan el problema.

De repente Joaquín recordó lo que Sofía había mencionado sobre conseguir más inversión, y tanteó el terreno.

—¿Y si nos aventamos ese millón y medio de dólares? Después vemos cómo conseguir más financiamiento.

Sebastián enfurecido apretó los dientes.

—¡Ni se te ocurra!

—¿Entonces qué? ¿Nos quedamos aquí tan tranquilos de brazos cruzados?

—Tenemos que encontrar algo más barato.

—¡Yo también quiero, pero cómo carajo lo encuentro! —Se desesperó Joaquín.

Sebastián quedó sin palabras.

Los dos se miraron sorprendidos y sin decirse nada pensaron lo mismo: que parecían un par de perros sin dueño, escondidos simplemente en un rincón fumando para calmar los nervios.

Qué mala suerte y qué patético era esto.

¡Menos mal que el día anterior le dieron una paliza a Mateo, si no, estarían aún más humillados!

Joaquín ya no aguantaba por más tiempo la presión.

—Sebastián, ¿y si le dices a Sofía que se humille un poquito con Diego...?

Antes de que terminara la frase, Sebastián le pateó la silla donde estaba sentado. Joaquín se fue hacia atrás con todo y silla, mientras Sebastián lo fulminaba con una mirada tan siniestra y amenazante que parecía otra persona, dejando a Joaquín paralizado en el acto.

—Si vuelves a decir semejante barbaridad, ¡se acabó la sociedad!

Joaquín sintió como si le hubieran agarrado la garganta y quedó mudo.

—¿Me oíste?

Joaquín asustado pasó saliva.

—Entendí, no lo vuelvo a mencionar.

En realidad, se había atrevido a sugerirlo porque sabía que Sofía tenía mucho dinero y que seguir trabajando en Corporación Sierra no tenía sentido alguno para ella.

Al ver que Sebastián seguía con cara de pocos amigos, Joaquín se justificó:

—Yo veo a Sofía como mi hermana, Diego también me cae gordo. No me malinterpretes, tanto contigo como con Sofía estoy del mismo lado.

Sebastián sonrió con sarcasmo.

—Pues qué mala suerte tiene de tener un hermano que la apuñala por la espalda.

—¡Exacto!

Luego, preguntó:

—¿Cómo van las cosas?

—No tenemos idea. La hermana del señor Mendoza dijo que solo necesitaba ayuda de una persona.

—Esto no lo entiendo para nada. Olvidémonos del programa de reparación por ahora, ¿acaso eso se puede hacer tan rápido? Aunque tuviera un buen modelo ya hecho, extraer toda la información de la empresa tomaría muchísimo trabajo.

Joaquín estaba derrotado.

Al principio, había tenido una pizca de esperanza de que milagro funcionara.

Ya no le quedaba ni eso.

Joaquín se dio un golpe en la frente.

—¡Mejor ponte a buscar soluciones de verdad!

Media hora después.

Sofía salió cargando su pesada laptop, mientras todo el equipo técnico la miraba ansioso.

Seguro era por el efecto de la cena que les había pagado.

—La base de datos ya se está reiniciando y funcionando a la perfección. No hay más bronca, váyanse ya a descansar —anunció Sofía.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano