Diego había considerado diferentes respuestas que Sofía podría darle. Jamás se le pasó por la cabeza que ella respondería de esa manera tan cruel.
Se quedó paralizado y su humor se ensombreció.
Quizá la Sofía del pasado lo había consentido demasiado. Cada vez que lo molestaba, corría a pedirle perdón. Diego nunca tuvo oportunidad de conocerse cuando estaba genuinamente furioso.
Hasta ahora.
Por dentro sentía una tormenta salvaje, y una corriente tan ardiente que podría en cualquier momento calcinarlo, pero por fuera mantenía una calma inquietante.
Como cuando cae una piedra a un estanque: arriba apenas hay unas ondas que desaparecen enseguida, pero abajo los peces enloquecen, nadan despavoridos formando un caos que se convierte en remolino. Mientras tanto, arriba todo sigue tranquilo.
Esa era la auténtica ira de Diego.
—Sofía, ¿no te da miedo provocarme de esa manera? ¿Acaso quieres morir?
La miraba con tanta tranquilidad que Sofía percibía una oscuridad en sus penetrantes ojos imposible de enfrentar. Era el tipo de mirada que hace sentir pánico sin querer.
¿Y de qué servía sentir pánico?
Mostrar miedo y echarse para atrás solo haría que Diego se encarnizara más.
Sofía contestó con desprecio:
—Si fueras capaz de acabar conmigo, ya lo habrías hecho hace rato, ¿no crees?
Diego guardó silencio.
Sofía entendía que no había mucho que agregar. Estaban en un país civilizado donde el asesinato era condenado a prisión.
Además, lo de ellos era solo un problema de pareja, no una guerra a muerte.
Así que las intimidaciones de Diego eran solo show, amenazas vacías. No valía la pena tenerle miedo.
Total, ya estaban por divorciarse, peor no podían estar. ¿Para qué seguir soportándolo?
Sofía habló con severidad:
—Que tu conductor pare aquí, Diego. Tú y yo no tenemos nada más que decirnos.
Diego ni se inmutó en lo más mínimo.
Lo que Diego no podía imaginar era el golpe emocional que ese simple gesto provocó a ella.
Si hubiera que salvar algo de ternura en tres años de matrimonio vacío, sería preciso tomarse de las manos.
Cuando Diego se enfermaba o volvía borracho a casa, cuando alguien está débil o sin control de su cuerpo, todos nos volvemos más vulnerables, no importa el género.
En esos ratos, Diego bajaba sus murallas, se volvía cada más alcanzable. Sofía lo cuidaba en la enfermedad, permanecía a su lado en la cama, observándolo callada, agarrándole la mano.
Y Diego, tal vez necesitando consuelo, respondía al contacto. Mano contra mano, en paz, sin nadie que los interrumpiera.
Él asistía a muchas cenas donde el alcohol era inevitable. Sofía vivió numerables noches de esas. Pensó que algo había quedado en él después de esos momentos, que dejaron alguna marca. Pero ahora le decía que apenas estaba descubriendo la sensación de tomar una mano.
Y en esos dedos que ahora la sujetaban, brillaba el anillo que hacía juego con el de Valentina.
Sofía sintió que se congelaba desde adentro, un frío repentino que le atravesó el corazón, dejándola herida y sangrando.
No era el dolor de que Diego no la amara, sino que él acababa de pisotear sin compasión alguna la única memoria dulce que ella guardaba de su historia juntos.
Tres años casados. Esperaba poder conservar aunque fuera un solo recuerdo agradable.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano
Por favor otros medios de pago para poder conseguir monedas😫...
Muy hermosa pero hay mucha dificultad para leerla porque hay que tener monedas y sin ellas no hay acceso a los capítulos hay que tener otros métodos de desbloqueo gracias...
Please can you publish more than 6 chaps/day.. And today no chaps ???...
🥲...
Pague la aplicación y aún me faltan párrafos deberían prestar más atención en la traducción xq falta contenido no vuelvo a comprar en su aplicación...
Xq no ponen toda la novela de una sola vez me encanta y siempre tengo que esperar al otro día...
Me encanta la pasión la frialdad lo intenso ay no tiene de todo...
Es interesante...