Antes de irse, Sofía miró a Diego.
Si se trataba de un enfrentamiento físico, ella no tenía manera de ganarle; solo podía responderle con palabras que no le hacían nada. Por suerte, estaba Alejandro y la fuerza de un hombre marcaba la diferencia: al fin Diego había probado un poco de su propia medicina. La furia en la mirada de él ya no tenía ningún efecto en Sofía. Ella salió sin voltear atrás.
Cuando llegó al patio, se sorprendió porque se encontró con Isabella, que se escondía a lo lejos. Ella sabía la clave de la puerta de la mansión. No le tenía miedo a nadie, salvo a Alejandro. Tuvo mala suerte de encontrárselo y, al final, ella fue quien abrió la puerta para que él pudiera entrar.
En cuanto vio a Sofía, corrió hacia ella. Acababa de intentar llamar por teléfono a Diego, pero él no le contestó, así que manejó hasta ahí para encontrarlo. Llegó casi al mismo tiempo que Alejandro.
El pánico y la desesperación que sintió cuando lo vio fue inmenso. Quería golpearse a sí misma por haber salido de casa ese día y no entendía qué hacía Alejandro ahí, si siempre había tenido una mala relación con Diego.
No tuvo tiempo de pensar. Cuando Alejandro le ordenó abrir la puerta, ella no puso la menor resistencia. Obediente, puso la clave, se hizo a un lado y lo dejó entrar. Quiso huir y esconderse, pero la curiosidad le ganó: necesitaba saber qué buscaba Alejandro con su hermano. Dudó unos minutos y, al final, también entró, aunque solo se atrevió a espiar desde el patio, asomándose en secreto.
Y lo vio: Alejandro y Diego peleando. Se quedó boquiabierta. Para ella, esos dos hermanos eran como extraños que nunca se hablaban. ¿Y se estaban golpeando? Lo más desconcertante era que ambos, con su porte elegante y atractivo, podían opacar a cualquier galán de telenovela. Nadie los asociaría jamás con una actitud tan brutal y vulgar.
Tardó en reaccionar. Lo que más la irritaba era que Diego iba perdiendo. Y lo peor: ¡su cuñada se quedaba mirando y no lo ayudaba! Eso ya era el colmo. Sin atreverse a enfrentar a Alejandro, se plantó frente a Sofía, con aires de superioridad.
—¿No ves que Diego está herido? ¿Cómo puedes irte sin cuidarlo? ¿A dónde piensas ir?
—¿Diego no te dijo que me divorcié de él? —respondió Sofía.
Isabella respondió, burlona:
—¿Qué? ¿En serio te atreviste a divorciarte de mi hermano?
—Pregúntale a Diego —respondió.
Los asuntos de la familia Villareal debía resolverlos Diego, no ella. Dicho eso, se fue. Por más que Isabella la llamó varias veces, Sofía no volteó. La joven quedó estupefacta: su cuñada se había vuelto tan audaz que ya ni siquiera se preocupaba por Diego.
Él no quiso hablar más.
—Ayúdame.
Seguía con las manos atadas a su espalda. ¡Qué maldita vergüenza! Isabella se movió rápido para ayudarlo. Las muñecas de Diego estaban llenas de marcas: Alejandro no había tenido piedad. Ella, indignada y dolida, exclamó:
—¡Alejandro se pasó de la raya! Diego, ¡tienes que quejarte con el abuelo!
Pero él no era un hombre que se quejara por el dolor. Miraba sus muñecas como si fueran las de otra persona. Y pensó en las de Sofía, también enrojecidas por las ataduras. Se había engañado creyendo que ella nunca había querido escapar, pero la verdad era que siempre había estado luchando en silencio, esperando el momento para huir.
Igual que con el divorcio: sin avisar. Por eso le resultaba imposible aceptarlo. Isabella, cuando vio que no respondía, se molestó.
—Diego, ¿me estás escuchando o no?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano
Por favor otros medios de pago para poder conseguir monedas😫...
Muy hermosa pero hay mucha dificultad para leerla porque hay que tener monedas y sin ellas no hay acceso a los capítulos hay que tener otros métodos de desbloqueo gracias...
Please can you publish more than 6 chaps/day.. And today no chaps ???...
🥲...
Pague la aplicación y aún me faltan párrafos deberían prestar más atención en la traducción xq falta contenido no vuelvo a comprar en su aplicación...
Xq no ponen toda la novela de una sola vez me encanta y siempre tengo que esperar al otro día...
Me encanta la pasión la frialdad lo intenso ay no tiene de todo...
Es interesante...