Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 334

—¡Cállate! —dijo Diego, sintiendo otra vez que estaba perdiendo el control.

Todo lo que Sofía hacía ahora lo estaba sacando de quicio.

Gabriel pocas veces veía a Diego tan alterado. Pero cuando pensó que se ponía así por ver a Sofía con otro hombre, le habló sin que le importara nada de lo que él sintiera, restándole importancia al asunto.

—¿De qué sirve que me calle? Las cosas ya pasaron, en serio. Que yo no lo diga no significa que no sea verdad.

Lo dijo a propósito para molestarlo.

—Diego, ¿en serio te arrepientes? Si lo hubieras sabido, no te habrías divorciado de ella, ¿cierto?

Diego nunca había pensado en la posibilidad de arrepentirse del divorcio, pero cuando escuchó a Gabriel decir eso como si nada pensó que tal vez sí estaba arrepentido.

Sí, se arrepentía de haberse divorciado.

Pero su orgullo no lo dejaba decirlo en voz alta.

¡Jamás se rebajaría ante Sofía!

¿Qué importaba haberse divorciado?

Mientras Sofía lo amara, el divorcio era lo de menos. Aunque ahora, con la actitud de ella, Diego no estaba seguro de que Sofía todavía pensara en él.

Igual, sin importar lo que pensara, Diego nunca lo iba a admitir.

—¡Solo me da asco Alejandro!

—Ah, ya veo. Él es demasiado astuto, ¿eh? Usó ese truco contigo. Diego, no puedes quedarte de brazos cruzados, ¿verdad?

Gabriel no creía que Sofía fuera a superar a Diego tan fácilmente.

Estaba convencido de que ella no podría estar con otro hombre tan rápido, y menos con el hermano de Diego.

Gabriel tuvo que admitir que no sentía ganas de enfrentarse a Alejandro.

Así que pensó en usar el viejo truco de hacer que otro hiciera el trabajo sucio por él.

Diego pensó en subir directamente a su cuarto, pero casi sin darse cuenta, caminó hacia el sofá y se sentó en el lugar donde Sofía siempre se sentaba.

Sobre la mesa había una pequeña caja y, debajo, un papel.

Era un mensaje que había dejado Lucía.

—Señor Villareal, ya repararon el vaso.

Diego abrió la caja.

Adentro estaba el vaso de pino de Liquimundo, ya reparado.

Diego tomó el vaso, bajó la mirada y lo observó con atención.

La tecnología para reparar cosas era tan avanzada que no se notaba para nada que antes se había partido en dos.

Pero Sofía había preferido no tenerlo, antes que dárselo a él.