Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 98

Sofía se tranquilizó.

El señor era un hombre de principios, si no era su dinero, no aceptaba ni un centavo. Si era suyo, definitivamente lo tomaría.

Después de cenar, Sofía recogió las cajas de comida.

Alejandro dijo:

—Déjalas, ese no es tu trabajo, alguien las recogerá.

Ella sabía que él tenía fobia a los gérmenes, así que se adelantó a actuar. Ya había hecho la mitad, así que lo limpió todo. Al final, cargando la bolsa de basura y su saco, dijo "buenas noches" y se fue.

Alejandro se sentó en el sofá. Vio el mensaje que Camilo había enviado antes.

[Hace rato dije que quería llevar a Sofía a casa. Ya habías pedido la cena y de la nada te aburriste. ¿No fue demasiado "repentino" ese "de la nada"? Confiesa, ¡eras tú quien quería llevar a Sofía a casa!]

Alejandro: [Sí].

[¡Viejo zorro, lo sabía!]

Camilo: [¿Qué quieres decir? Ella te agradeció delante de todos nosotros y tú no dijiste ni una palabra; fui yo quien le respondió por ti. Con esa actitud tan indiferente, ¡por eso sigues soltero! Pero luego te pones galante, ¿en qué estás pensando?]

Alejandro: [No estoy pensando en nada].

Sofía vivía al lado, él la llevó a casa de paso; eso era muy normal.

[Te haces el duro, ¿verdad? Está bien, Sofía dijo que no sabe jugar tenis y tú sabes lo difícil que es para un principiante aprender. Mañana yo le enseño, tú solo mira].

Alejandro: [...]

[¿Te quedaste sin palabras?]

Alejandro: [Como quieras, eso no tiene nada que ver conmigo].

Camilo: [¿Te estás haciendo el tonto? Bien, ¡espero que sigas así!]

Después de que Camilo terminó de conversar, se quejó de esto con Carlos y Rodrigo. Si no hubiera sido testigo, Rodrigo se habría puesto del lado de Camilo, pensando que el Alejandro trataba a Sofía diferente que a otros, pero ya no pensaba así. Con las condiciones del señor Montoya, era como un gran trozo de carne; no le faltaban admiradoras. Que siguiera soltero hasta ahora era realmente raro. Solo había una razón: él se había cerrado a sí mismo.

Ya fuera por su trasfondo de crecimiento o su personalidad, excepto con amigos que conocía desde hace mucho tiempo, Alejandro no se preocupaba por otras personas. Era como una piedra fría y sin emociones, ¿cómo podía cambiar tan rápido?

—Dos semanas más.

—Entonces en dos semanas ya no tendrás nada que ver con él, ¿verdad? ¿Has considerado tener otra relación?

—Para nada. —Los ojos de Sofía ya no tenían a ningún hombre; tampoco tenía la mente en esas cosas.

—¿Y qué tal Alejandro?

Sofía se quedó en silencio un momento.

—... Nunca lo había pensado.

Estaba muy sorprendida.

—¿Por qué pensaste en él? Primero, tengo muchas dudas sobre si a Alejandro le gustan las mujeres. Segundo, por mi relación con Diego, incluso si quisiera tener una relación amorosa en el futuro, el primer candidato que excluiría, sería él.

Al escuchar eso, Carmen se sintió aún más curiosa.

—Sí, todo lo que dices es muy razonable. Yo también creo que la posibilidad es cero. Pero esto es solo para conversar en privado contigo, ¿sabes? Por ejemplo, si Alejandro llegara a gustarte, ¿cómo harías?