—¡Entendido!
Siguiendo las órdenes de su capitán, los oficiales de policía de la Jefatura de Fuerzas Especiales sacaron un par de esposas y caminaron hacia Jonathan sin decir una sola palabra.
Al ver esto, la multitud no pudo evitar reír.
—Jonathan, ¿no eras tan poderoso? ¡Contraataca! ¿Por qué no te atreves a enfrentar a la policía? —se burló Isabel.
—¿Contraatacar? Mira, ese tonto parece muerto de miedo. ¿Cómo se atrevería a hacer algo en su contra? ¡No me digas orinó sus pantalones del miedo!
—¿No estaba alardeando antes? ¿Por qué se acobarda ahora?
En ese momento, lo derribaron y comenzaron a patearlo. Estaban molestos al ver su comportamiento engreído.
«¿No es solo un inútil yerno que vive a expensas de su familia política? ¿Por qué actúa como si fuera superior? Además, ¡incluso proclamó que podía darle a Julieta el mundo entero si ella lo quería! ¿Por qué está temblando si no ha visto todavía un arma?».
—Abel, ¿así que este es el as bajo tu manga? —A pesar de ser denigrado, Jonathan ni siquiera se molestó en voltear a verlos.
«¡No son más que unos insectos! ¡No merecen mi atención!».
—Si, de hecho, esta es tu carta triunfal, entonces, ¡de verdad estoy muy decepcionado de ti! —se lamentó y negó con la cabeza.
«Bueno, bueno… ¿Él quiere sacarme de aquí con tan solo algunos oficiales de policía de la Jefatura de Fuerzas Especiales? ¿No me está subestimando demasiado?».
—Vean, ¡todavía tiene una actitud desafiante! —Ante su comentario, los otros, al momento, replicaron antes de que Abel pudiera responder.
—¡Suficiente! Jonathan, deja de actuar. ¿Tienes alguna idea de en donde te encuentras?
—¡De verdad es un adicto a la actuación! Señor Lara, sáquelo de aquí, no desperdicie su aliento con él. ¡Me enferma verlo!
—¡Escúcheme! Llévelo lejos de aquí, para que ya no pueda seguir poniéndose en vergüenza.
Ante las peticiones de la multitud, Abel miró a Jonathan con consideración. Como no estaba de humor para hablar con él, solo movió una mano y le ordenó:
—Capitán Jara, ¡llévenselo de aquí!
—¡Sáquenlo de aquí!
Ante la orden de Gregorio, sus subordinados de inmediato sujetaron el brazo de Jonathan. Ni siquiera tenían una mano en las pistoleras de su cintura. Desde su postura, parecía que no dudarían en sacar sus armas, si incluso mostraba la más ligera resistencia.
—¡Será mejor que te comportes! De otra manera, ¡no nos culpes por ser tan rudos contigo!
Los oficiales de policía no lo tomaban enserio. No era la primera vez que ellos hacían una cosa así, por eso sabían que solo necesitaban obedecer a su capitán y arrestar a todo aquel que ofendiera a Abel, antes de darle una lección.
Entonces, como es natural, Abel les daría algo de dinero en recompensa. Aunque no era mucho, al menos obtendrían diez mil por persona. Eso era suficiente para que fueran clientes de un club, compraran la compañía de algunas jóvenes y se divirtieran toda la noche.
—Parece que todos ustedes actúan fuera de la ley. —Al sujetarlo por la fuerza, Jonathan se burló y exigió—: ¿Arrestan a quien les place sin ninguna razón?
—¿Una razón? —Al escuchar eso, uno de los oficiales de policía resopló y contestó—: Está bien, ¿quieres una razón? ¡Entonces te daré una! ¡Ahora sospecho que estás involucrado en tráfico de drogas! ¿Es esa una razón suficiente?
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