El Precio del Desprecio: Dulce Venganza romance Capítulo 320

Mateo examinó los documentos en sus manos. La columna del patrocinador estaba en blanco.

—¿Quién patrocinó a Valentina?

Fernando negó con la cabeza. —Presidente, aún no hemos podido identificar al patrocinador.

Mateo apretó ligeramente los labios. —¿Qué hizo Valentina después de graduarse a los 16 años?

Una joven privilegiada como ella debería haber desarrollado su imperio empresarial después de graduarse. Él mismo, mientras estudiaba en la Universidad de Nueva Celestia, ya se había introducido en las finanzas y los negocios, y después de graduarse había lanzado su primera empresa en Silicon Valley. Sin embargo, Valentina aparentemente no tenía trabajo.

Esto intrigaba mucho a Mateo.

—Disculpe, presidente, tampoco hemos encontrado esa información. La señorita Valentina desapareció durante dos años completos después de los 16.

Los dos años posteriores a su graduación también eran un misterio.

Nadie sabía qué había hecho.

—Hasta que dos años después, cuando usted tuvo el accidente, la señorita Valentina apareció repentinamente en Nueva Celestia y, por arreglo de los Méndez, se casó con usted.

Lo que sucedió después, Mateo lo sabía mejor que nadie.

Mateo dejó los documentos. —Puedes retirarte.

—Sí, presidente.

Fernando salió.

Mateo se quedó solo en su sillón. Abrió su teléfono y vio que los titulares de entretenimiento competían por cubrir a Valentina.

Mateo vio las fotos de Valentina. La imagen de ella en el estrado, con camisa blanca y cola alta, se había vuelto viral. Su hermoso rostro, bajo las brillantes luces, tan claro y radiante, resplandeciente y luminoso, seguramente había cautivado muchas miradas.

Los periodistas la describían como "la más hermosa joven prodigio".

Mateo reclinó su elegante espalda en el sofá. Nunca había imaginado que el ama de casa que había girado a su alrededor durante tres años fuera una joven prodigio, y además su brillante compañera.

Anteriormente incluso la había enviado a la Universidad Nacional. Mateo no pudo evitar reírse de sí mismo.