Mateo se encontraba sentado en la sala de emergencia mientras varias personas hablaban a sus espaldas.
—Fue tan extraño que una figura tan importante como el señor Higuera defendiera a Mateo.
-Este mocoso no es nadie. Lo más seguro es que su esposa está detrás de todo esto. No olviden que es de las mujeres más hermosas en Eastcliff.
-Me impresiona tanto cómo puede vivir de su mujer.
—Pero no es como si alguien pudiera trabajar en este departamento con solo tener unas cuantas conexiones ya que aquí solo entran casos urgentes. Será problemático si no sabe lo que está haciendo.
-¿A quién le importa? Él es el director, así que él tendrá que asumir toda la culpa.
-Ja, ja, ja. No puedo esperar a ver cómo resuelve una negligencia.
Mateo pretendió no escucharlos mientras se dirigía hacia afuera y se sentó a disfrutar de una taza de té. No había muchos pacientes en la sala de emergencias esa mañana, solo unos cuantos casos con malestares comunes. Fue hasta después de las 10:00 de la mañana que se presentó una verdadera emergencia: un joven cubierto de sangre entró a la sala. No era un paciente como cualquier otro, era el joven Guevara, el hijo de Timoteo Guevara, un famoso empresario. Este joven estaba gravemente herido y se encontraba al borde de la muerte. El incidente se reportó de inmediato a vicepresidencia. Los médicos evaluaron la condición del paciente y llegaron a la conclusión de que era bastante serio. Sugirieron transferirlo al hospital municipal, pero antes de que pudieran hacerlo, Iván los detuvo y les ordenó que enviaran al paciente a la sala de emergencias, donde se encontraba Mateo. Si cualquier cosa le llegara a pasar al joven Guevara, Mateo sufriría las consecuencias. Aunque José tuviera una gran reputación, no era nadie a comparación de Timoteo.
—¿Intentas meterte conmigo? —sonrió Iván. —Mateo, no estás en posición para eso.
Cuando el joven Guevara entró a la sala de emergencias, su condición había empeorado. Comenzó a vomitar sangre en cuanto lo conectaron al equipo. Todos en la sala estaban impactados y uno de los médicos preguntó con pánico:
—Está en una condición demasiado crítica, ¿por qué nos enviaron a este paciente en lugar de transferirlo?
El señor Guevara se encontraba en la sala junto con unos de sus hombres. Uno de ellos exclamó:
-Dejen de perder el tiempo. No me importa qué departamento sea, deben salvar al joven Guevara ahora mismo. Si algo le llega a pasar los mataré a todos.
Los médicos quedaron blancos del miedo, pero ninguno se atrevió a hacer algo.
-¿Qué están esperando? ¡Sálvenlo! -El hombre tomó a una de las enfermeras y gritó desesperado:
—¡Sálvenlo ahora o la juro que la mato!
La enfermera, temblando del miedo, miró a los médicos y les pidió que la ayudaran. Varios de los doctores comenzaron a temblar aún más; no se atrevían a hablar pues el terror los dejó sin habla. Esto solo llevó a la enfermera a desesperarse más. En ese momento, una voz resonó en toda la sala. -¡Déjala ir! -Todos voltearon para ver a Mateo parado junto a la entrada con una expresión fría.
El hombre que tenía a la enfermera como rehén gritó molesto:
-¿Por qué debería? Te voy a decir una cosa...
En ese momento, Mateo dio unos cuantos pasos al frente y en un abrir y cerrar de ojos estaba frente al hombre. Tomó con fuerza su brazo y, con un solo movimiento, lo azotó contra el piso para salvar a la enfermera, quien se escondió detrás de Mateo muerta del miedo.
-¿Cómo te atreves a agredirme? -El hombre se levantó lleno de ira, pero antes de que pudiera hacer algo, varias personas se lanzaron a detenerlo ya que Mateo se encontraba junto a la camilla del paciente.
Mateo comenzó a presionar el pecho del joven para examinarlo. Al ver eso, un doctor se burló:
—No dejas de ser un hombre común y corriente. ¿Cómo se te ocurre presionar el pecho de un paciente en un estado tan crítico?
—¿A quién le importa? Todo será su culpa si algo pasa. ¡No tiene nada que ver con nosotros!
-Así es. Es mejor no involucrarse ya que es el hijo del señor Guevara. Si algo llegase a pasarle, el hospital no podrá pagar las consecuencias.
La enfermera a la que salvó se acercó a Mateo preocupada. —Señor Lara, la condición del paciente es demasiado crítica. Me parece que es muy arriesgado atenderlo aquí. Será mejor que lo transfieran a otro hospital.
—No es la gran cosa, así que no hay necesidad de transferirlo. —Mateo sonrió mientras presionaba el pecho del joven.
"Pfft" El joven Guevara comenzó a vomitar sangre nuevamente.
-¿Qué estás haciendo? -gritaron varios de los hombres que venían con el paciente.
Mateo los ignoró y tranquilamente sacó 5 agujas de plata. Procedió a insertarlas en el pecho del joven. En un instante, sus signos vitales se estabilizaron y dejó de vomitar sangre; su respiración se controló también.
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