Al escuchar lo que su mujer había dicho, Timoteo estaba tan impactado que por poco se orinaba en los pantalones; rápido corrió hacia ella y la abofeteó dos veces.
-¡Cállate, perra!
La señora Guevara se cubrió el rostro, aturdida por los golpes.
—¿Por qué... me golpeaste?
Entonces, Timoteo exclamó:
-¡Qué sí por qué te golpeé! Alégrate de que no te haya matado porque si no fuera por ti, ¡mi hijo no estaría en esta situación!
Con eso, la señora Guevara se puso ansiosa y suplicó:
-¿Qué fue lo que hice? Él tuvo la culpa de que mi hijo no tuviera el tratamiento adecuado a tiempo... ¿Qué tiene que ver conmigo...?
-Si le hubieras mostrado un poco de respeto al señor Lara nuestro hijo hubiera sanado hace un tiempo... No estaría en el estado que está ahora —dijo Timoteo completamente enojado y luego continúo-: ¿Qué no corriste al señor Lara ayer?
-Eh... -La señora Guevara comenzó a tartamudear-bueno, es que solo es un intendente...
Timoteo prosiguió:
-¿Y que si es un intendente? Él fue quien logró estabilizar a nuestro hijo, así que yo mismo lo considero un médico, ¡no como el que tu pediste de Bainbridge que ni siquiera pudo ayudarlo!
La señora Guevara bajó la cabeza y obligada por la situación, dijo:
-Es un honor para él tener la oportunidad de curar a mi hijo, ¡si logra hacerlo, le daré 10 millones!
Timoteo estaba tan molesto que por poco y se le salen las entrañas; Mateo era un buen amigo de Guillermo, así que, ¿cómo podría alguien como él no tener suficiente dinero? Por otro lado, Mateo se burló de la situación.
-Señora Guevara, dado que tiene mucho dinero ¿por qué no busca a un médico mejor?
La señora Guevara comenzó a perder la paciencia pues, ¿de dónde podría sacar a un médico tan pronto? La situación era crítica.
—Entonces, ¿cuánto quieres?
—¡Ninguna cantidad de dinero podrá hacerme cambiar de opinión, hasta luego! -Mateo se giró y se fue.
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