El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 33

El Rey Lycan y su Oscura Tentación 033. MALENTENDIDOS por Internet

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VALERIA

Las miradas despectivas no se demoraron en llegar cuando se levantaron entusiasmadas esperando al Rey y solo vieron a su fea doncella.

— ¿Dónde está su majestad? – me preguntó una observando a la puerta que ya se había cerrado.

— El Rey no puede venir personalmente, yo las escogeré – no sé ni como pude pronunciar esas palabras con mi boca cuando me estaba ahogando en miles de pensamientos negativos.

— ¿En serio? Que mal, ¿qué gusto puede tener ella?

— Tal vez escoge a las más feas solo por envidia.

— ¿Quién eres que haces algo tan importante como seleccionar a la posible futura Reina? – una pelirroja con rasgos exóticos me pregunta altanera.

Es mucho más alta que yo e intimidante, pareciera una Beta, todas aquí son lobas superiores, pero es tanta mi ira, que me importa un comino su pedigrí.

— Si tienes alguna insatisfacción puedes quejarte entonces con el Rey, él fue quien me envió – le respondo empujando mi molestia hacia el fondo de mi pecho, no les daré el placer de verme celosa.

— Mi identidad no les interesa, pero no creo muy inteligente que ofendan a la persona que les va a dar la oportunidad de abrirle esta noche las piernas a su majestad – les digo mirándolas a todas y parecen entender que ahora sus aspiraciones de grandeza, dependen de mi selección.

Hacen una fila resignadas, resoplando una al lado de la otra. Parece que ya fueron instruidas o quizá no es la primera vez que vienen a hacer esto.

Entonces me sumerjo en otro nivel de humillación y comienzo a escoger a las amantes perfectas para el mismo hombre que me juró que no estaría con nadie más mientras durara nuestro trato.

Es increíble todo el espectáculo de celos que interpretó delante de Quinn para que ahora me haga esto.

Paso por delante de la fila, una a una y se abren el batón para enseñarme sus “cualidades”.

Todas perfectas, con buenas curvas, lo que podría gustarle a cualquier macho, supongo.

Ni siquiera sé realmente sus gustos, solo elijo a tres y la verdad, en el fondo, eran las menos agraciadas.

— ¡¿Esto no es justo?! – comenzaron a protestar por mi decisión.

— ¡Maldit4 fea, sabía que lo habías hecho a propósito!

Me insultaron, pero solo salí de la habitación en silencio y le dije mi decisión al mozo que esperaba.

Caminaba por el pasillo de regreso a mi cuarto, ya había terminado la mayoría de mis tareas por hoy.

Abrí la puerta de mi cuartito y la cerré a mi espalda, quedándome en silencio, recostada a la madera y mirando a la pared en blanco.

Algo mojado bajó por mi mejilla herida y subí los dedos para secarme y darme cuenta de que era una lágrima.

Me la sequé con rabia.

No continuaría con este asunto, buscaría yo misma una solución como siempre.

Al parecer, la parte donde le dije que no sería parte de sus orgías no le quedó muy clara.

Agradecí no verlo más tarde, seguía en el salón del trono, así solo le serví su cena y la dejé tapada sobre la mesa.

Hasta mis oídos llegaron las risitas y las palabras provenientes de la habitación de la “follación”, así la había nombrado.

Intenté ignorarlas con los malditos celos consumiéndome.

Me llamé idiota mil veces, quería regresar al momento donde no me afectaba, pero ya era imposible.

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