El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 92

VALERIA

— ¿Qué… qué haces? Voy a gritar… — sus pupilas se dilataron con miedo y su corazón latía como loco.

— Y si me viste, en lo que me convierto, ¿cómo te atreves a tener el descaro de chantajearme, vieja, desgraciada? ¿Deseas terminar igual que tu hijo? – mi voz ronca le hablaba de cerca, esa energía oscura moviéndose en mi interior, las ganas de matar regresando, pero no lo podía hacer aquí o todos me descubrirían y ella también lo sabía.

—Si me sucede algo, alguien también le va a mostrar al Rey, ¡estarás acabada Valeria! No te lleves al niño, pero mi puesto de Alfa, me lo tienes que asegurar, ¡por tu culpa mi hijo murió y los demás guerreros amenazan con tomar su lugar! – decía temblando por todos lados.

— Piensa en tu cómodo trono de Reina, no te conviene que te exponga, ambas salimos ganando y me olvido de que existes, del pasado…

Toc, toc, toc.

— ¿Valeria, pasa algo? Te estás demorando mucho – la voz de Celine nos interrumpió.

— Piénsalo Valeria, es ganar y ganar, zanjemos el pasado, solo es una pequeña ayuda que no te va a costar nada – me dice aferrándose a mi mano para que la suelte.

Lo hago y enseguida abre la puerta y se marcha corriendo asustada.

— ¿Qué sucede? – Celine frunce el ceño en cuanto me ve saliendo del baño, después de limpiarme un poco con una toalla húmeda.

— Esa mujer me está chantajeando, ella tiene pruebas de lo que soy.

— ¡¿Qué?! Le diré a Quinn que la captura, tenemos que asesinarla – me dice alterada.

— Dice que tiene un cómplice o varios, no sé, el hecho es que si no cumplo con lo que me pide, le darán las evidencias a Aldric – le digo echando a andar ambas hacia la salida.

La casa del Alfa se ha quedado media vacía, escucho las voces de las mujeres en la cocina fregando las cosas de la cena y charlando.

— Mierd4, explícanos más, quizás logremos amenazarla nosotros de alguna manera. Quinn tenemos un problema… — al salir al porche le dice a su hermano y le cuenta el asunto.

— Valeria, cuéntanos, qué pruebas tiene…

— Necesito… necesito caminar un rato, por favor, pensar, tengo la cabeza que se me quiere explotar, ¿sí? Les cuento en el camino – les digo y comienzo a andar sin rumbo, ellos solo me siguen en silencio y les relato en resumen lo que sucedió en el pasado.

Se quedan callados, supongo que procesando toda mi vida de infortunios, compadeciéndome y teniéndome lástima.

Miro a la luna sobre mi cabeza, Diosa, estoy tan cansada, de mentir, de tener miedo, de esconderme, esto no es vida.

No sé por cuánto tiempo caminé, pero llegué a un sitio y cuando miré hacia arriba el alma se me acabó de romper.