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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 161

—¿Desde cuándo pasó esto?

La voz de Santiago sonó tan peligrosa que César no pudo evitar estremecerse. Miró de reojo a Jaime antes de contestar:

—Antes de que le llamaras a Jaime, la señora ya se había subido al carro y se fue.

Desde Villas del Monte Verde hasta las oficinas del Grupo Cárdenas, el trayecto cruzaba casi medio Olivetto.

La mirada de Santiago se volvió aún más sombría, tomó su saco del respaldo de la silla y se lo puso con movimientos bruscos, luego salió de la sala con pasos firmes y decididos.

Joel se levantó de golpe, con la intención de seguirlo y buscar a Sofía, pero Jaime lo detuvo con una mano:

—Abogado Castro, lo de hoy se pospone. Si es necesario, nos pondremos en contacto con usted después.

El comentario fue como un balde de agua helada para Joel. Solo pudo apretar los labios y quedarse de pie, sin atreverse a dar otro paso.

Isidora, en cambio, permaneció quieta. Por dentro, soltó un suspiro de alivio.

Observó la figura de Santiago alejándose, y en sus ojos se reflejaban emociones contradictorias, como si en ese instante su corazón se rompiera en mil pedazos.

Jaime no le prestó atención. De inmediato salió tras Santiago.

Los otros dos empleados fueron escoltados fuera del archivo por órdenes de César, siguiendo la indicación de Jaime.

Isidora caminó hacia la esquina del pasillo. Se detuvo, miró a su alrededor cuidando que nadie la viera, y sacó su celular, aún envuelto en una funda opaca.

Tapó la pantalla y, en cuanto la llamada se conectó, bajó la voz todo lo que pudo:

—Presidente Garza…

Mientras tanto, Santiago había dejado todo atrás. Era tan raro verlo así que incluso aceptó sentarse en el asiento del copiloto. Sus ojos, inyectados de sangre, delataban esa mezcla de obsesión y enojo que lo consumía.

—¿Estás seguro de la ruta?

Su tono era seco como el desierto. Jaime sintió las gotas de sudor deslizándose por su frente:

—César dice que es por aquí. En esta dirección solo hay un hotel internacional y, más adelante, un bar nuevo.

Santiago no respondió. Apretó los puños sobre sus muslos, tan fuerte que sus dedos parecían clavarse en la piel tensa de sus piernas.

Apenas hace un par de días se había dado cuenta de los extraños sentimientos que Sofía le provocaba. Por eso, tomó la decisión de ayudarla a recuperar la herencia de la abuelita Marisol Rojas. Sin embargo, había olvidado algo crucial: Sofía ya no era la misma mujer de hace un año, esa que lo esperaba con la esperanza pintada en el rostro y que giraba su mundo alrededor de él.

Capítulo 161 1

Capítulo 161 2

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