El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 178

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Marcos desvió la mirada con un destello fugaz en los ojos, luego apartó la vista de manera natural.

Con una sonrisa cortés y distante, respondió:

—Está bien.

Sofía simplemente lo siguió, tranquila, como si nada le afectara.

Apenas los tres pusieron un pie en el restaurante, una mujer con los ojos llenos de luz se les acercó de frente.

—¡Santi! ¡Qué coincidencia encontrarte aquí!

Isidora, radiante de emoción, trotó hacia ellos.

Santiago se detuvo, sorprendido, y le preguntó:

—¿Y tú qué haces aquí?

Isidora sacó la lengua de forma coqueta y señaló hacia la mesa que tenía frente a ella.

El hombre mayor sentado enfrente de Isidora asintió con humildad hacia Santiago, saludándolo con respeto.

El anciano, de cabellos completamente blancos pero mirada viva y firme, emanaba una autoridad natural, como alguien verdaderamente respetado.

—Él es mi profesor en la universidad. Como no me siento tranquila con lo que pasa últimamente en Grupo Cárdenas, lo invité para que me ayude a pensar estrategias —explicó Isidora, alzando la mirada hacia Santiago como una gatita esperando que la acaricien.

Santiago correspondió a su entusiasmo con una sonrisa suave y una mirada cómplice.

—Te has esforzado mucho.

Mientras hablaba, bajó adrede la mirada, ocultando el rápido vistazo que le lanzó a Sofía.

Isidora, encantada con ese reconocimiento, agitó las manos como si no pudiera contener la felicidad.

—¡No es ningún esfuerzo! Si se trata de ayudarte, Santi, lo hago con gusto.

La interacción entre ambos, como si nadie más existiera, no pasó desapercibida para Marcos. Frunció apenas el ceño y, casi sin pensarlo, buscó la reacción de Sofía.

Él, que conocía desde hace años a Sofía, sabía perfectamente lo que sentía por Santiago.

Pero la mujer ahí, a su lado, solo los miraba con una expresión serena, como si observara la escena desde lejos, sin emoción alguna, con la mirada perdida en los dos como si fuera una simple espectadora.

Marcos sintió que algo raro flotaba en el aire.

—¡Así que este es el famoso señor Gil! —Isidora, como si acabara de entenderlo todo, se acercó emocionada y extendió la mano para saludarlo.

Marcos observó cómo ella se aproximaba a la mesa de los tres. Antes de que llegara a ellos, él levantó la mano para bloquearle el paso y, sin perder la sonrisa casi forzada, le dijo:

—Tenemos asuntos pendientes por discutir. No es apropiado que haya una cuarta persona aquí. Espero que lo comprenda, señorita Rojas.

Solo con ese encuentro, y recordando lo que sabía de la familia de Sofía, además de los rumores que había escuchado en el extranjero, Marcos no tardó en identificar a la persona frente a él: Isidora.