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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 225

Sofía sospechaba que esa persona debía tener algún respaldo, pero estando en Olivetto, ¿acaso no era Santiago el mayor respaldo de todos?

—¿No tienes curiosidad de saber quién lo envió? Quiero ir a investigar —aventuró Sofía.

—¡Ni pensarlo! —la interrumpió Santiago sin vacilar, su voz cortante.

La expresión de Santiago se ensombreció tanto que parecía que de su cara podría brotar tinta.

—Ya le pedí a alguien que lo siga. Si descubren algo, avisarán a la policía de inmediato. Ahora vienes conmigo a casa, y no quiero que le des más vueltas al asunto —ordenó, implacable.

Sofía apretó los labios, resignada.

Santiago no la perdía de vista, como si estuviera listo para cargarla y llevarla a casa si se atrevía a replicar.

Sin otra opción, Sofía cedió.

...

La noche apenas regalaba sus últimos destellos cuando ambos regresaron a la mansión.

No imaginaban que, en el sofá, los esperaba una figura que, vencida por el cansancio, había acabado dormida.

Sofía encendió la luz y se topó con el rostro de Isidora.

Instintivamente frunció el ceño, sintiendo una mezcla de fastidio y burla.

¿A estas horas, Isidora en Villas del Monte Verde? Ni loca pensaría que era por preocuparse por ella.

Lanzando una mirada de reojo a Santiago, Sofía evitó cualquier palabra. Tomó a Bea en brazos y se dirigió directo a la recámara.

Santiago intentó decir algo, pero Sofía ya había cerrado la puerta con un portazo, retumbando por toda la casa.

Ese ruido despertó a Isidora en el sofá.

Con los ojos todavía nublados por el sueño, se frotó la cara y, al ver a Santiago frente a ella, se incorporó y exclamó con entusiasmo:

—¡Santi, ya volviste!

De inmediato cambió el tono, poniéndose en plan de víctima.

—Te estuve esperando un buen rato. ¿Dónde fuiste? Pregunté por ti a Jaime y fue como si se hubiera evaporado.

Disimuladamente, Isidora lanzó una mirada al cuarto cerrado de Sofía.

Santiago, tras un vistazo, se frotó la frente con impaciencia.

—¿Quién te abrió la puerta?

Isidora se quedó pasmada. No esperaba que esa fuera su primera pregunta.

Esbozó una sonrisa tensa.

—¿Por qué? Es que no te encontraba, me preocupé y le pedí a los guardias que...

—Voy a cambiar al personal de esta noche —la cortó Santiago, con la mirada fría clavada en Isidora, quien ya no pudo sostener su sonrisa.

—Sin mi permiso, no entres a Villas del Monte Verde.

—¿Por qué? —Isidora soltó la pregunta, y enseguida se dio cuenta de lo impulsiva que sonó. Trató de corregirse—. ¡Santi! ¿Hice algo mal? ¿Por qué me echas?

Intentó tomarlo del brazo, pero él se apartó.

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