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El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 231

—Con el respaldo de Grupo Cárdenas, los reporteros de Olivetto ya no se atreven a seguir armando escándalos. Aunque solo es una medida temporal, al menos usted y la señorita Beatriz pueden librarse de las habladurías —agregó Jaime, notando cómo Sofía apretaba más el ceño.

Sofía mordió su labio, luchando por mantener bajo control la agitación que le hervía en el pecho.

Mientras el origen de Bea no se hiciera público, los rumores y la malicia de la gente seguirían cayendo sobre ellas como una tormenta interminable. Pero si algún día se descubría que Bea era la hija biológica de Santiago, entonces divorciarse de él se volvería imposible.

Sintió un nudo en la garganta, tragando lo que estuvo a punto de decir.

Cerró el puño con fuerza, abrumada por una incomodidad que no tenía nombre. Santiago, con toda su influencia, había logrado contener a los medios de espectáculos, evitando así que los chismes sobre Bea explotaran aún más. Ella, que solo quería alejarse de Santiago, no podía evitar comparar: cuando la secuestraron, él fue quien la rescató; cuando Bea fue humillada en redes, él salió a defenderla. ¿Y ella? ¿Qué clase de madre era, si parecía incapaz de proteger a su propia hija?

Sentía como si una mano invisible la apretara del pecho, impidiéndole respirar.

Bajó la mirada, y su voz salió tan baja que apenas se oía:

—Ya entendí, ve a hacer lo tuyo.

Jaime, al verla tan apagada, creyó que su solución no le había gustado. Sin embargo, ya no había otra salida mejor por ahora.

Así que se marchó en silencio, rumbo a Grupo Cárdenas.

El sonido del carro se fue alejando poco a poco.

Solo entonces Sofía levantó la vista, y en sus ojos apareció un brillo decidido, como si una chispa de rebeldía se encendiera en su interior.

Si había decidido ocultar la verdad sobre Bea, entonces debía asumir toda la responsabilidad de criarla y protegerla. Una vez que se firmara el divorcio, ya no podría seguir dependiendo de Santiago.

Eso solo significaba una cosa: tenía que volverse más fuerte.

Las discusiones encendidas en internet y los ataques que había vivido dejaban algo muy claro: la vida tranquila que anhelaba no era más que un sueño lejano.

Necesitaba llegar a la cima del poder.

...

Justo en ese instante, el celular de Sofía sonó con una notificación aguda.

—¿A poco no te dije, hermano? ¡Confiar en Sofi era la mejor apuesta! Su talento no le pide nada al mío.

—¿Sofía, escuché que has tenido algunos problemas últimamente?

Se oyó un leve roce al otro lado de la línea, y entonces una voz grave y serena se sumó a la llamada.

Sofía se quedó helada. Apenas entonces notó que el hermano de Antonio estaba ahí mismo y ya había tomado el celular.

El ambiente cambió. Ya no era la charla relajada con Antonio; ahora se sentía la presencia de alguien acostumbrado a mandar.

—Escuché que Antón te echó la mano sin pensarlo, y que últimamente andas en medio de la polémica por la autenticidad de los vestidos CANDIL, ¿cierto?

Volvió a preguntar.

A pesar de lo educado de su tono, la autoridad se notaba en cada palabra, sobre todo cuando enfatizó el “polémica”. Había una seriedad en su voz que hacía sentir a cualquiera bajo examen.

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