El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 330

Liam Vargas vestía un traje color azul claro, impecable, y las lentes doradas de sus gafas reflejaban el gesto de sorpresa en las cejas alzadas de Sofía.

Fue ahí cuando ella se dio cuenta de que hacía tiempo que no veía a Liam.

El hombre, con las manos largas y huesudas, apoyaba una sobre el marco de la puerta y la otra contra la misma puerta.

Enseguida, puso también la otra mano sobre la puerta:

—Así que tienen visita.

Alfonso no apartó la mirada de Liam, y de reojo le echó una mirada a Teresa.

Teresa, incómoda y nerviosa, se pegó más detrás de Sofía.

—Señorita Rojas, hace poco tuve que regresar a la oficina central a resolver unos asuntos. Hoy que volví a Nueva Castilla me enteré de lo que le ha pasado últimamente. Le marqué dos veces, pero no contestó. Como me preocupé, busqué a Teresa y ella me trajo a Villas del Monte Verde para esperarle. Le ofrezco una disculpa por llegar tan de improviso.

Liam miró a Sofía con una sonrisa amable; sin embargo, su mirada se detuvo apenas un segundo cuando la apartó de ella.

El joven llevaba ropa de diseñador, esas prendas exclusivas que solo usan los que tienen de sobra para gastar. Era obvio que no era cualquier persona. A Sofía le sorprendió darse cuenta de que, a su alrededor, había gente así de poderosa.

—Eso sí que fue llegar sin avisar —dijo Alfonso, aplaudiendo con ironía.

Liam frunció el ceño y alzó la mirada para encontrarse con Alfonso. Éste último ni se inmutó, incluso levantó los hombros en señal de reto, y en sus ojos se notaba el desprecio y la arrogancia sin filtro alguno.

Las miradas de ambos chocaron en el aire, y se sintió un extraño chispazo, como si la tensión pudiera cortarse con un cuchillo.

Teresa, en su lugar, solo pensaba en lo incómoda que se estaba poniendo la situación.

En cambio, Sofía parecía tranquila, incluso relajada.

A Alfonso lo único que le ganó fue una mirada fulminante de Sofía desde lejos.

Al ver esto, Alfonso torció la boca, y las palabras mordaces que tenía en mente se le quedaron atoradas en la garganta.

—No pasa nada.

Sofía negó con la cabeza:

—Ya que están aquí, pasen.

Apenas terminó de hablar, le lanzó a Alfonso una mirada de advertencia.