El Valiente Renacer de una Madre Soltera romance Capítulo 343

Si no fuera por ella, ¿habría tenido una vida tan cómoda y llena de privilegios desde pequeña?

¿Y qué tenía de malo ceder un poco por Isi? Al final de cuentas, Isi era su hermana.

Sentía su corazón agitado, pero decidió ignorar esa sensación extraña que lo invadía.

Sofía fue llevada casi a la fuerza hasta la sala de espera junto al quirófano.

Su partida repentina trajo a la habitación de hospital, que antes estaba cargada de tensión, un aire distinto, como si de pronto hubiera entrado una bocanada de vida.

Oliver salió de su ensimismamiento y soltó, molesto:

—Cada vez se porta peor, ¡esta hija es un desastre! No le llega ni a los talones a Isi.

Isidora, en cambio, sonrió aliviada, con una sinceridad que no había mostrado antes:

—Papá, no digas eso de mi hermana, ella se pondrá triste si te escucha.

Ivana no perdió la oportunidad de intervenir:

—Isi, siempre has sido así, demasiado buena. ¿Ya viste cómo te trata Sofía? Si no fuera por ella, no estarías en esa cama. Esa sangre era para ella, y todavía se pone a negociar con tu papá. Yo digo que debería venir aquí a pedirte perdón de rodillas y suplicarte que la perdones.

La sonrisa de Isidora era débil y apenas perceptible en sus labios curvados. Una sonrisa que escondía algo más.

—Señorita Isidora, vamos a preparar todo para la cirugía.

La enfermera obligó primero a Sofía a colocarse una bata esterilizada. Después de eso, entró al quirófano y regresó por Isidora.

—Isi, por favor, no te preocupes, todo va a salir bien —le susurró Ivana, apretando la mano de Isidora con fuerza mientras ella yacía en la camilla.

Isidora negó con la cabeza, sonriendo con tranquilidad, y les indicó con la mirada que no hacía falta preocuparse.

Después de todo, esta supuesta cirugía… solo era…

Sonrió para sí misma, segura de lo que estaba por pasar.

La enfermera fingió apurarlas y, en cuestión de segundos, dos personas rodearon la camilla para llevar a Isidora al quirófano.

Justo cuando la puerta del quirófano estaba a punto de cerrarse, una voz masculina, grave y profunda, rompió el silencio: