Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 188

~Scarlett~

Obligué a mi cerebro a no pensar en que quizá Sebastián había desenterrado mi cajita por nostalgia, la guardó cerca de donde dormía y la cuidó.

Salvar a mi bebé era lo más importante ahora. Un arma era el último recurso. Ojalá no tuviera que usarla. No quería pelear con nadie cargando varios kilos en la panza.

Pedir ayuda sería lo mejor. ¿Pero cómo? ¿Como, si no tenía mi celular?

Miré la ventana: el sistema de seguridad. Cualquier daño en ventanas o puertas activaría la alarma. El número de emergencia era el mío. Si no la ignoraba o apagaba, la empresa de seguridad vendría a revisar.

Pero romper la ventana delataría mi presencia.

Debía activar la alarma rápido, pero cuando sonara, quien estuviera en la casa vendría por mí. ¿Cuánto resistiría? Pero si me encontraban primero, no tendría ninguna oportunidad.

¿Ninguna oportunidad contra una pequeña? La mínima ganaba.

No pude elegir esa "victoria". Al levantarme, una máscara blanca apareció tras la ventana. Un grito agudo se me escapó. Agarré lo más cercano y se lo lancé a la cara. Él esquivó por instinto, olvidando que había un vidrio. No esperé a ver si se cayó, corrí hacia la puerta.

Al instante, una alarma ensordecedora estalló en la casa.

Abrí la puerta de una vez y bajé corriendo las escaleras. ¡El sótano era mi mejor opción para esconderme esos minutos!

Pero ningún plan funcionó. Junto a las escaleras, había otra perso... ¡Espera, era una mujer!

La casa estaba oscura, pero la luz tenue de la ventana proyectó su figura curvilínea en la pared.

—¿Ava? —dije antes de pensar. Ella no hablaba, y no vi la cara de la persona en la ventana. Pero mi cerebro lo supo al ver la sombra.

Viví con ella veinte años. La conocía demasiado bien.

—¿Ya de veras te desquiciaste? —me calmé un poco al ver que no era un robo normal— No te saldrás con la tuya si me lastimas hoy. Vete ahora y lo olvidare.

No iba a olvidarlo. Agarré más duro la navaja. Pero primero, debía sobrevivir.

Ella guardó silencio.

Su cómplice estaba afuera. No podía dudar. Levanté el cuchillo, mostrándolo claramente:

—Esto ya es demasiado, incluso para ti. Un allanamiento no te dará cadena perpetua, pero arruinará tu carrera.

Se río. Con una risita escalofriante. Tan frenética que apenas pude reconocer que era la voz de Ava.

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