Florecer en Cenizas romance Capítulo 237

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Ella de verdad actúa muy bien.

Agustín arrugó el entrecejo.

—Señorita Anahí, Fabiola no diría esas cosas sin motivo.

La confianza que tenía en Fabiola era inamovible.

A Fabiola se le humedecieron los ojos, no esperaba que Agustín, en una situación de lealtad y gratitud, eligiera confiar en ella.

—Agustín, nos conocemos desde hace años, ¿a quién conoces mejor, a mí o a ella? Todo lo que ella dice, ¿lo crees sin más? —preguntó Anahí, su voz quebrada—. ¿De verdad, después de todo lo que hice por ti, arriesgando mi vida, esto es lo que recibo? ¿Ni siquiera un poco de confianza?

—Aunque una vez arriesgaste tu vida por Agustín, él ya te lo pagó con creces durante todos estos años. Además, él nunca te pidió que lo hicieras, fue tu decisión. Entonces, ¿por qué sigues usando esa deuda para manipularlo? Y aunque existiera esa deuda, eso no te da derecho a lastimarme. Porque a mí no me salvaste nunca —replicó Fabiola, fulminando a Anahí con la mirada.

Era Anahí quien siempre sacaba provecho de ese viejo favor.

—Señorita Anahí, su salud tampoco es buena. Mejor regrese a descansar. Lo que pasó con Vanessa, yo me encargaré —le indicó Agustín, marcando distancia—. Mi esposa acaba de perder al bebé, necesita tranquilidad.

Anahí, con los ojos rojos, miró a Agustín. No era una persona que no supiera cuándo retirarse; entendía que si se quedaba, solo lograría que Agustín la despreciara más.

Apretó los puños, le lanzó una última mirada a Fabiola y se marchó.

De todos modos, su verdadero objetivo ya estaba cumplido: Fabiola había perdido al bebé. Mientras ese niño no existiera, solo faltaba mover algunos hilos con Paulina y el abuelo para lograr que Agustín pidiera el divorcio.

—Descansa, ¿sí? —le dijo Agustín a Fabiola, acariciándole la cabeza con ternura.

Cuando lo vio intentar salir de la habitación, Fabiola se aferró a su muñeca, desesperada.

—¿Vas a regresar…?

Preguntó entrecortada, el miedo asomando en cada palabra.