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Ganas de verte crecer romance Capítulo 1

Habían pasado cuatro años desde la última vez que Dante Encinas y Grecia Miralles se vieron.

A Grecia le llamaron del hospital; ya tenían el resultado de la compatibilidad. El médico no dijo si era favorable o no, solo le pidió que fuera a platicar en persona.

Tenía pendientes en el trabajo, pero los dejó de lado, pidió permiso a su jefe y salió a tomar un taxi rumbo al hospital.

El tráfico estaba terrible, se tardó más de diez minutos en avanzar. Al llegar, ya había alguien en el consultorio del doctor.

Grecia se detuvo justo al abrir la puerta. Sabía que vendría alguien de la familia Encinas, pero nunca imaginó que sería él.

El hombre estaba sentado de lado respecto a la puerta, con una actitud relajada, recargado hacia atrás, las manos cruzadas al frente. Escuchó el ruido de la puerta, pero ni siquiera volteó.

Del pasillo entraba aire fresco por la ventana abierta. Un escalofrío recorrió a Grecia, y sin poder evitarlo recordó aquella mañana, cuatro años atrás, cuando él se sentó igualito en el sillón de la habitación de hotel. Su voz, tan cortante como el hielo, le retumbó en la memoria: “Hasta los Miralles se atrevieron a jugar conmigo.”

El doctor hojeaba el expediente, levantó la vista un instante.

—Pasa, por favor.

Grecia respiró hondo.

—Perdón, el tráfico estaba imposible.

Se sentó. El doctor le extendió el informe y suspiró.

—Este es el resultado de la compatibilidad para el trasplante de médula.

No dijo nada más, pero su tono ya lo decía todo.

Grecia miró la última columna del reporte. Aunque venía preparada, el corazón se le apretó.

Unos segundos después, una mano de dedos largos y piel clara le quitó el reporte. La voz de Dante sonó distante, casi desinteresada.

—¿No es compatible?

El doctor asintió.

—Faltan puntos de coincidencia, no es posible hacer el trasplante.

A Grecia le costó trabajo encontrar su voz.

—¿No hay otra opción?

El médico la miró, luego fijó los ojos en Dante.

—Hay una alternativa más, la única que queda por ahora. Pueden considerarla...

...

Grecia regresó a la oficina justo al mediodía, cuando todos iban saliendo a comer. Ella fue de las pocas que nadó contra corriente, caminando de vuelta a su escritorio.

Seguía aturdida. Las palabras que Dante le dijo afuera del hospital no dejaban de dar vueltas en su cabeza. Él estaba dentro del carro, la miró a través de la ventana y le dijo:

Capítulo 1 1

Capítulo 1 2

Capítulo 1 3

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