Semanas después.
Alexander se colocaba el par de gemelos en los puños de su impecable camisa blanca. Se acercó al espejo, y sonrió sin poder evitarlo al ver lo bien que lucía colocándose su elegante moño, para finalizar de alistarse con aquel elegante smoking, que usaba en uno de los días más importantes de vida.
Se colocó la loción favorita esa que a Madison no solo le gustaba, sino que le encantaba, podía asegurar que la enloquecía. Sabía que con eso no se resistiría ante sus encantos, sonrió ladeando los labios, ante sus pecaminosos pensamientos.
—Resiste son solo unas horas —expresó para sí mismo, sintiendo un fuerte deseo por tenerla entre sus brazos. Sacudió su rostro al escuchar que tocaron a su puerta, además que uno de sus pequeños, lo llamaban con evidente molestia.
— ¡Papá! abre la puerta —exclamó Liam golpeando con el pie.
Alexander caminó para saber lo que le ocurría, ya que solía desesperarse con rapidez, y a llorar.
— ¿Qué necesitas? —preguntó y sonrió con ternura al verlos a ambos enfundados en un traje color beige a cada uno. — ¡Wow! están preciosos —manifestó viendo a ambos.
— ¿Verdad que sí? —Noah sonrió con emoción.
Liam negó con su cabeza, sus ojos se rozaron.
—Esta ropa, no me gusta —expresó con molestia. — ¿Por qué no puedo ponerme lo que yo quiera? —cuestionó.
Alexander se inclinó para estar a su altura.
—Hoy es un día especial para mamá y para mí, queremos que usen ese traje para lucir como nosotros, solo será un ratito y luego te pones lo que quieras. ¿Puedes darnos gusto?
Liam inhaló profundo.
—Solo si me quitas esto. —Señaló la pequeña corbata.
—Trato hecho —declaró al instante, con tal de que no se lo fuera a quitar.
***
Madison se encontraba en la residencia de Alison, sonreía con emoción al ver la manera en la que arreglaron su cabellera en un lindo moño con algunos rizos cayendo, permitiendo lucir su cuello.
—Luces hermosa —refirió Hanna con sinceridad.
—Gracias. —Se puso de pie, y se quedó viendo el lindo vestido estilo corte sirena, con un lindo escote de corazón, acompañada de bordados con finos cristales. Su corazón se estremeció al colocarle el velo. —Tomó la hoja en la que escribió sus votos y suspiró profundo.
Alison se acercó a ella y le roció un poco de perfume.
—Se llama: De esta noche no pasas —bromeó y las tres se carcajearon sin parar.
De pronto Madison se quedó pensativa.
—Ojalá mis padres estuvieran a mi lado en este día —mencionó—, desde que murieron me han hecho mucha falta.
—Estoy segura que están acompañándote en este día tan importante para ti. —Hanna la abrazó.
Madison inhaló profundo y sonrió, presionó la cadenita que siempre usaba, regalo de su mamá.
—Hoy no hay espacio para la tristeza —mencionó recordándoles con cariño.
—Ya llegó la limusina —dijo Alison—, hora de irnos con gran emoción.
***
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