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Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 93

Mike se sentó a su lado y colocó el vaso sobre la mesa de noche.

— ¿Acaso dudas de mis intenciones? —cuestionó ladeando los labios sonriendo.

Alison fijó su mirada en sus ojos color chocolate.

—No, es solo que nadie se había tomado antes tantas atribuciones para conmigo —confesó.

—No veo porqué no —refirió.

En ese momento una de las empleadas ingresó sosteniendo una charola con dos platos de pastel y un par de capuccinos.

—Espero que no le moleste que acabé de colocarle el betún de chocolate y algunos frutos rojos para decorar.

La chica sonrió.

—No, para nada —mencionó. — ¿Lo probaron? —cuestionó.

—No, señorita, jamás haríamos algo así.

Mike tomó una cucharita y lo degustó.

—Pues deberían hacerlo, está buenísimo —confesó.

— ¿En serio? —Alison abrió los ojos de par en par al ver su reacción.

Tomó una cuchara y le dio a probar, mirándola con ternura.

El cuerpo de la chica tembló al abrir la boca para probar, entonces supo que era verdad.

—Sírvanse y prepárense una buena bebida —indicó a la chica.

La muchacha esbozó una gran sonrisa.

—Gracias, se me antojó mucho —confesó y salió de la habitación.

— ¿Por qué me ayudas tanto? —preguntó Alison en cuanto se quedaron solos. — ¿Por qué te preocupas tanto por mí?

Mike se llevó otro bocado y mientras lo hacía pensaba en lo que le respondería, fue cuando se dio cuenta que sus manos estaban muy frías, algo extraño en él. Colocó el plato sobre la mesa de noche y se sentó frente a ella.

— ¿Por qué crees que me preocupo tanto por ti? —indagó sin dejar de mirarla.

—No lo sé. —Apretó sus labios con fuerza—, eras como una especie de celador para mí —bromeó—, tenías que encargarte de que acudiera a cumplir mi sentencia.

Comenzó a reír sin poder evitarlo.

—Cuando te conocí me pareciste una mujer demasiado fría —confesó—, una persona a la que no le importaban los demás, tu actitud eso decía a simple vista, por eso te reprendí tan fuerte aquella vez —mencionó.

—Me lo merecía. —Suspiró profundo—, no estaba acostumbrada a que me hablaran como tú lo hiciste, pero eso me hizo reaccionar y ponerme las pilas, para no pisar prisión. —Sus mejillas se sonrojaron.

—Hiciste un gran trabajo, nunca había visto tantos cambios en una persona. —Acercó sus manos y le dedicó una tierna caricia.

Alison se estremeció al sentir su piel fría.

—Estás helado —expresó sorprendida. — ¿Tienes frío?

—No —respondió—, estoy un poco nervioso.— Inhaló profundo para poder hablar—, me gustas mucho y no solo eso…, siento algo muy especial por ti.

Las pupilas de Alison se dilataron, al instante.

— ¿Por qué nunca me habías dicho nada? —preguntó con nerviosismo.

—No es ético, salir con alguien que está en el grupo —explicó Mike—, pero ahora que ya estás dada de alta, es distinto.

Alison no se resistió más, acercó sus manos y las colocó sobre la nuca de él, y de inmediato disfrutaron de la calidez de sus besos.

Olivia observó el gran diamante que uno de sus dedos lucía y sacudió su rostro, al recordar que Alexander hace años le propuso casarse por lo civil y la iglesia, y ella solo había aceptado la primera opción.

—No creo que puedan ser felices, estás tan marcada como yo. —La miró de abajo hacia arriba con resentimiento y fijó su mirada en ella.

Madison sintió un fuerte escalofrío cuando sintió su fría mirada y escuchó sus endurecidas palabras.

— ¿Por qué no te has ido de aquí? —Alexander se interpuso entre ella y su esposa.

—Pase a despedirme de tu mujer —indicó y luego abrió los ojos de par en par al ver que el personal de seguridad había llegado con Alexander.

—Te juro que no volveremos a vernos —Olivia pronunció liberando un par de lágrimas y se alejó.

— ¿Estás bien? —preguntó, inspeccionándola con su penetrante mirada.

—Sí —Madison lo miró a los ojos.

Alexander no pudo evitar sentirse intranquilo, de inmediato solicitó que reforzaran la vigilancia.

***

Olivia ingresó al hotel en el que se hospedaba, lanzó sus stilettos de tacón y enseguida se dirigió al bar y sacó todas la pequeñas botellas de licor que habían y comenzó a beberla, sacó su móvil y leyó un par de mensajes, que la hicieron sentir un fuerte escalofrío.

—Ya le dieron fecha para revisar su caso —Su abogado comentó—, comuníquese conmigo para comenzar con su defensa.

Se sentó sobre la alfombra y prosiguió bebiendo, mientras estallaba en llanto.

—No eres mejor que yo —expresó pensando en Madison—, la diferencia es que tú si le diste un par de hijos y yo lo unico que logré fue embarazarme del idiota de Pablo. —Su lengua comenzó a trabarse al hablar.

Se dejó caer sobre la alfombra y luego de llorar de la misma forma que cuando Alexander rompió con ella, se arrastró hacia la mesa de noche y abrió el cajón. Con ambas manos sacó el arma que guardó ahí.

—Es hora de acabar con una historia que no tiene un final feliz. —Su mirada se ensombreció.

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