Jefe Irresistible: Rendida a su Pasión (de Maria Anita) romance Capítulo 134

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“Alessandro”

Las últimas dos noches he tenido pesadillas con Ana Carolina vestida de novia. Dios mío, era aterrador. Aprendí que nada es tan malo que no pueda empeorar. No he dormido bien, estoy cansado y con sueño. Decido ir a la cocina a buscar un café y charlar un poco con Rick y Patricio para ver si me despierto. Los llamo a ambos y vamos a tomar un café.

Cuando salgo del despacho de Rick, Catarina sale del suyo apresuradamente. Está demasiado pálida. Miro a Samantha, que va detrás de ella. Quiero ir a ver cómo está, pero Rick me detiene.

—Deja que Sam verifique cómo está, Alessandro —me dice Rick. —Las chicas creen que tiene una úlcera nerviosa, por todo el estrés que está pasando.

—Sí, no ha sido fácil para ella —completa Patricio. —Ni para ti, ¿verdad, hermano? ¿Y esas ojeras?

—Amigo, no he podido dormir en las últimas dos noches. Cada vez que cierro los ojos veo esa imagen de Ana Carolina vestida de novia. Esto me está obsesionando —respondo caminando hacia la cocina.

Estamos sentados tomando café y mi teléfono recibe una notificación de mensaje. Es de Nando:

“Alessandro, almorzaremos con mi tío, el del hospital, el miércoles.”

Maravilloso, logró hablar con su tío y programar una hora. Respondo confirmando y agradeciéndole.

El miércoles encuentro a Nando y a su tío en el restaurante. El Dr. Molina era un hombre alto, atlético y canoso. Muy amable, es lo que mi madre llamaría un perfecto caballero, lo que empiezo a creer que es un rasgo de toda la familia, ya que Nando también lo es.

—Entonces, Alessandro, mi sobrino me contó brevemente el lío en el que te has metido —inicia la conversación el Dr. Molina.

—Sí, Dr. Molina, nunca pensé que una noche de borrachera transformaría mi vida en un infierno. Ahora sigo el ejemplo de Nando, solo refrescos —digo, y el Dr. Molina suelta una carcajada.

—Joven, nada en exceso le hace bien al cuerpo y grandes cantidades de alcohol pueden causar grandes tragedias. Pero, por lo que me contó Nando, y discúlpeme si soy muy entrometido, ¿usted no recuerda absolutamente nada de lo que sucedió en la fatídica noche?

—Nada, doctor. Solo recuerdo tomar un whisky en el balcón del salón y nada más —respondo lamentándome.

—Cuando tomó ese whisky, ¿se sentía alterado? —quiere saber el Dr. Molina.

—De hecho, solo había llegado al evento hacía aproximadamente media hora, no había bebido tanto, pero como la noche anterior tomé una buena borrachera, creo que mi organismo estaba muy sensible a la bebida —explico.

—¿Y no pensó que podría haber sido drogado? —¡Listo! El Dr. Molina planta la duda en mí.

—Pero estaba en una fiesta de mi empresa, un evento cerrado —no es posible que alguien me haya drogado.

—Ya he visto que esto sucede en fiestas familiares, Alessandro —cuenta el Dr. Molina. —¿Por qué no se hace un examen toxicológico?