"Alessandro"
Después de que los médicos se fueron, atraje a Catarina hacia un abrazo, besando la cabeza de mi hijo que estaba en su regazo. Estaba aliviado por tenerlos nuevamente ahí, en mis brazos, y no los soltaría nunca más.
— Mi ángel, ni te imaginas el miedo y la aflicción que sentí en los últimos dos días. Mi familia en manos de personas sádicas y locas. Lo que sentí fue un pánico absoluto, un terror que me corroía de miedo a perderlos a ustedes —le dije sosteniendo su mano cuando nos quedamos solos.
— Yo también enloquecí cuando descubrimos que se habían llevado a nuestro niño —Catarina tenía los ojos llorosos.
Le di un beso en la frente, tomé a mi hijo de su regazo y atraje a Catarina para sentarnos en el sofá. Nos quedamos ahí en familia por un tiempo, simplemente unidos y sintiendo que el amor que nos unía desbordaba de nosotros. Sentí que el sueño se apoderaba de mi hijo, lo sentí respirar en mi pecho con su manita apoyada sobre mí, con la serenidad y la confianza que tiene un niño amado. Sentí el calor de la mujer que amo junto a mi cuerpo y su cabeza apoyada sobre mi hombro. Sentí la perfección de aquel momento íntimo y repleto de amor, eso encendió un fuego en mí, me dio una alegría infinita y un sentimiento de pertenencia. Estar en familia era algo que no tenía desde que mis padres fallecieron. ¡Cómo me hacía falta! Tener una base sólida, quien te acepta como eres y que siempre estará dispuesto a apoyarte, y no importa lo que pase, aún te seguirá amando. Estaba feliz y agradecido por estar en familia nuevamente.
— Mi ángel, quiero casarme contigo lo más rápido posible. Podríamos aprovechar que tus padres están en la ciudad. Y si quieres la presencia de alguien más de tu ciudad, puedo mandar a buscarlos —le dije dando un beso en la cabeza de Catarina.
— ¿Qué? ¿Quieres casarte esta semana? Porque dudo mucho que mi padre quiera quedarse más tiempo por aquí —Catarina habló en tono de broma y yo la miré muy serio.
— ¡Quiero casarme hoy! ¡Mañana como máximo! —Ella abrió los ojos sorprendida por lo que dije.
— Estás bromeando, ¿verdad?
— ¡No! —le dije con bastante seriedad—. Dijiste que quieres casarte en el jardín de nuestra casa. Puedo hacer que todo se organice de acuerdo a lo que desees. Pero no quiero esperar.

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