Después del almuerzo convencí a Alessandro que era mejor que Pedro se fuera a casa con mis padres, Lygia y Jorge. Todavía teníamos trabajo por hacer y Pedro necesitaba tranquilidad. Así, los padres entendieron que aún necesitábamos trabajar y se dispersaron, finalmente despidiéndose.
Alencar y Mari fueron al piso de abajo para concluir los asuntos de la auditoría.
— ¡Por fin! Pensé que nunca se irían —dijo Patricio cuando las puertas de los elevadores se cerraron, dejándose caer en la silla.
Todos suspiramos aliviados. Alessandro llamó a los muchachos a su oficina. Taís ya estaba desmontando la mesa de brunch que había sido colocada en la recepción, así como las camas en la sala de Patricio, y coordinaba toda la organización del piso. Yo fui a mi oficina con Virginia y Melissa para liberar documentos urgentes, y Sam y Manu se quedaron en la recepción enviando emails, comunicados y agendando compromisos pospuestos.
Dos horas después nos reunimos en la sala de descanso para un café. Estábamos todos cansados y necesitando ir a casa, pero aún había cosas por hacer.
— Chicas, queremos hablar con ustedes. Queremos hacer algunos cambios —comenzó Alessandro, despertando nuestro interés.
— ¿Y qué quieren cambiar? —pregunté curiosa.
— Queremos cambiar a algunas de ustedes de lugar —dijo Heitor.
— ¿Cómo así? —quiso saber Melissa.
— Quiero ofrecer un puesto a Virginia como asesora de un director. Básicamente es un cargo igual al de Meli y Cata —dijo Alessandro—. Ya hablé con Heitor y él estuvo de acuerdo. Es un puesto de funciones administrativas y creo que ella tiene el perfil necesario. Necesito que sea alguien de absoluta confianza y con competencia para el liderazgo. Te vi trabajando estos días, Virginia, y creo que eres perfecta para el puesto. Por supuesto, el salario está acorde con las responsabilidades del cargo. Entonces, si aceptas, puedes comenzar el lunes.
— Alessandro, es una gran oportunidad —Virginia estaba interesada—. ¿Gordito, no te vas a enojar conmigo, verdad? —Virginia le preguntó a Heitor aprovechando para molestarlo.
— Si sigues llamándome gordito no te dejo ir —Heitor refunfuñó haciendo que todos rieran.
— Acepto, Alessandro. Me encantará —dijo Virginia con entusiasmo—. Este director, ¿aún no sabe que voy a trabajar con él, verdad?
— No, él aún ni siquiera sabe que será nombrado. Pero le va a gustar mucho tenerte ayudándolo —Alessandro le sonrió y ella devolvió la sonrisa, como si los dos compartieran un gran secreto—. Bueno, también voy a reubicarte a ti, Sam...
— Puedes echarme a la calle si quieres, pero no voy a trabajar en la empresa de Heitor —Samantha interrumpió a Alessandro haciendo que Heitor resoplara.
— ¡No es eso, Sam! Vamos a contratar varios empleados para los puestos que quedaron vacantes con el arresto de los empleados que participaban en el esquema de fraude y queremos darte una función administrativa —explicó Patricio—. Algo más acorde con tu calificación —Samantha abrió una sonrisa.
— ¿En serio? —preguntó muy feliz.
— Sí. Y queremos que elijas en qué departamento prefieres. Tenemos vacantes en comercial, contabilidad, finanzas, operaciones y administrativo. En todos hay un puesto de gerencia abierto, que es el cargo que vamos a ofrecerte —informó Alessandro, dejando a Samantha eufórica.
— ¡Comercial, Alessandro, por favor! —respondió inmediatamente.
— De acuerdo. Comercial, entonces —Alessandro asintió.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Jefe Irresistible: Rendida a su Pasión (de Maria Anita)