Salí de la oficina sin poder creer lo que había sucedido, pero había sido demasiado bueno.
Decidí tomar un taxi para llegar más rápido a casa y ver a mi hijo. Cuando llegué, él vino todo sonriente hacia mí, con su vocecita medio gangosa gritando "¡Mamá!" con alegría. Mi hijo me llenaba el corazón de amor.
Melissa aún no había llegado. Conversé un poco con Lygia, ella era realmente maravillosa, ya había dejado todo listo, incluso la cena, y Pedrinho ya había tomado sus medicamentos.
—Lygia, ni sé cómo agradecerte —dije con sinceridad.
—No hay nada que agradecer, Cata. Tu hijo es el niño más adorable que he cuidado en mi vida. No causa problemas ni siquiera estando resfriado. Además, cuando la doña Inês me llamó diciendo que necesitaba que cuidara a su nietito, me puse muy feliz. Me siento muy sola en casa.
Sonreí con lo que ella dijo. La madre de mi amiga realmente consideraba a mi hijo como un nieto y se había preocupado de que estuviera bien cuidado mientras trabajábamos.
—La doña Inês es una persona maravillosa. Estoy muy agradecida con la familia de Meli, son muy buenos conmigo —comenté con Lygia.
—Pero tú mereces esa bondad, Cata. Eres una chica muy especial.
—Gracias, Lygia.
—Ahora ve a tomar un baño, ponte ropa cómoda y yo me quedo con Pedro hasta que termines.
Agradecí e hice exactamente lo que me dijo. Cuando volví a la sala, Melissa ya había llegado y estaba llenando a Pedro de besos mientras él agitaba un saco de caramelos en sus manos.
—Meli, vas a dejar a este niño sin dientes, de tantos caramelos y chocolate —dije sonriendo.
—Soy la madrina, puedo consentirlo todo lo que quiera —respondió con una enorme sonrisa.
—Bueno, chicas, me voy yendo. Cuiden a mi pequeño, ¿eh? —dijo Lygia sonriéndonos.
—Ah, no, Lygia, ¿te quedas a cenar con nosotros? —pedí como una niña.
—Anda, Lygi, ¡quédate más! —mi hijo habló con una carita muy linda y una sonrisita adorable.
—Ay, mi niño, hoy no puedo —ella le acarició la carita y le dio un beso en la mejilla, lo que hizo que mi corazón se encantara aún más con ella.
—Lygia, tengo que trabajar mañana, ¿será que puedes venir y quedarte con Pedro? —recordé preguntar antes de que se fuera.
—No se preocupen, Cata, mañana no voy a trabajar y puedo consentir a mi ahijadito todo el día —Melissa habló arrancándole una risita a mi hijo.
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