Después de juntar los papeles comenzamos a separarlos nuevamente. Al inicio de la noche, estábamos lejos de terminar de revisar las cuentas bancarias de la empresa, pero Alessandro dijo que hiciéramos una pausa y comiéramos algo. Mientras él atendía una llamada de Patricio, aproveché para llamar a Mel, saber cómo estaba mi hijo y decirle que aún tenía mucho trabajo por hacer.
—Cat, relájate, Pedro y yo estamos bien, vamos a cenar, ver dibujos animados y dormir. Haz tu trabajo, pero tómate un descanso y agarra a tu jefe, por favor —dijo Melissa riendo por teléfono.
—Mel, es en serio, tenemos mucho trabajo —respondí tratando de sonar molesta sin lograrlo.
—Cat, una pausa de unas dos horas es recomendable. Además, no desperdicies mis esfuerzos, me esmeré para que sedujeras al jefe —mi amiga dijo carcajeándose por teléfono—. Es en serio, amiga, Pedro y yo estamos muy felices de pasar tiempo juntos. Sabes que me encanta estar con él, lo hago con mucha alegría y amor.
—Está bien, Mel, muchas gracias entonces. Dale un besito a mi pequeño de mi parte —me despedí de mi amiga y vi que Alessandro me observaba.
—Catarina, sé que Pedro está enfermito, si quieres ir a casa lo entiendo, porque esto va a durar toda la noche y mañana también. Yo puedo terminar —dijo Alessandro preocupado.
—¡Terminamos más rápido si lo hacemos juntos! Además, Pedro tiene una madrina que lo adora y que disfruta cuando tiene toda su atención —dije sonriendo.
—Tú y Melissa son como hermanas, ¿verdad? —comentó él.
—Así como tú y Patricio, por lo que veo —respondí.
Él sonrió asintiendo y me llevó a la mesa.
—Vamos a comer, mujer, necesito que estés bien alimentada —dijo divertido.
Antes de que pudiera responder, selló mis labios con un beso caliente, húmedo y lleno de intenciones. Fue suficiente para hacerme olvidar todo, pasé mis manos por su cuello atrayéndolo hacia mí. Él redujo aún más el espacio entre nosotros, me recostó en el sofá y pegó nuestros cuerpos.
Me entregué a ese beso con locura. Sus manos recorrían todo mi cuerpo y ya sentía su erección frotándose contra mis caderas. Estaba completamente excitada y loca por sentirlo dentro de mí. Él interrumpió el beso y me dijo jadeando:
—Quiero llevarte a mi cama y saciar estas ganas locas que tengo de estar dentro de ti. Sé que tú también lo quieres. Por favor, Cat, deja de resistirte, quédate conmigo —dijo con brillo en los ojos y la voz cargada de deseo, esperando mi rendición.
—¿Y cuándo me he resistido? Basta con que me toques y dejo de pensar. Te deseo, Alessandro, y te deseo mucho —respondí dándole un beso.
Él sonrió, se levantó y me tomó en brazos llevándome a su habitación.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Jefe Irresistible: Rendida a su Pasión (de Maria Anita)