“Alessandro”
Después de hablar con Heitor, estuve pensando en la mejor manera de convencer a Melissa de que me ayudara. Entonces me acordé de su novio. La mejor manera de llegar a Melissa sería a través de él. Eran los mejores amigos de Catarina, necesitaba que confiaran en que yo era la felicidad de la amiga de ellos.
Tomé mi celular y marqué el número que Heitor me pasó. Ella contestó rápidamente.
—¿Aló?
—Hola, Melissa. ¿Cómo estás? Soy Alessandro Mellendez, ¿puedo hablar contigo un momentito?
Escuché un suspiro antes de que ella hablara.
—Alessandro. ¿Cómo conseguiste mi número?
—Soy un hombre de negocios, Melissa, tengo medios para conseguir cualquier información que quiera.
—Lástima que no conseguiste la información de que Cata no te había engañado antes de humillarla, ¿no?
¡Maldita chica atrevida! Bien que Heitor lo había dicho.
—Me arrepiento amargamente de eso.
—Sí, sí. Entonces, Alessandro, seamos claros: no vengas con halagos porque sé muy bien lo que quieres y la respuesta es no, no te voy a ayudar a conseguir el perdón de Cata.
—Lo sé —dije pausadamente—. Pero me gustaría hablar contigo personalmente, Melissa. Herí a tu amiga y siento que también debo disculparme contigo. ¿Podríamos cenar hoy? Por favor, con Fernando también.
Noté que se quedó confundida y aproveché para convencerla.
—Es solo una cena, Melissa, no estarás traicionando a tu amiga.
—Está bien, Mellendez, tú haces la reserva y tú pagas. Me mandas el nombre del restaurante y la hora, y Nando y yo estaremos allí.
Colgó el teléfono y levanté el puño al aire, había aceptado. Iría a esa cena preparado para convencerla. Llamé a Patricio para que fuera conmigo, dos cabezas piensan mejor que una, y mi Catarina tampoco estaba feliz con él, él también necesitaba redimirse. Hice la reserva y le envié un mensaje a Melissa.
Patricio y yo llegamos un poco antes al restaurante. Pedimos un whisky y puntualmente vimos entrar a Melissa y Fernando.
—Buenas noches, idiotas —nos saludó Melissa de mal humor, y Fernando intentó ocultar su sonrisa.
—Qué puedo decir, tienes toda la razón —dije concordando con ella y levantándome para saludarlos.
—¿Nuestra situación está tan mal? —preguntó Patricio mirando a Fernando.
—Mira, conozco a estas dos muy bien. Catarina tiene amor propio, por suerte, ella puede hasta perdonarlos, pero no será fácil, y si depende de Melissa, la van a hacer sufrir —respondió Fernando rascándose la cabeza.
—Entonces enfrentaremos nuestra cruzada y pasaremos por el calvario —dije con confianza mirando a los ojos de Melissa.
—¡Quiero ver! —retrucó Melissa incrédula.
La cena fue muy agradable, conversamos sobre otras cosas. Fernando era un tipo excelente, se deshacía en atenciones con su novia, era muy conversador, inteligente y agradable.
—Nando, ¿en serio estás intercediendo por estos dos imbéciles? —preguntó Melissa indignada.
Melissa era una amiga confiable y leal. Me alegré de que Catarina tuviera a alguien así en su vida, que la defendiera con uñas y dientes.
—Estoy intercediendo por la felicidad de nuestra amiga. Solo te diré una cosa más, ¿ya pensaste que él puede ser el amor de su vida, el único que podrá hacerla feliz?
Melissa bufó y bajó los ojos hacia el postre frente a ella.
—No sé, Nando. Puede ser que tengas razón, pero no puedo ayudar, estaría traicionando a Cata. Además, este payaso ya tiene al mejor aliado del mundo y ni siquiera lo ha notado, Pedrito es el camino más fácil hacia el corazón de Catarina —dijo como si yo fuera un idiota que no veía lo obvio.
—Melissa, jamás usaría a Pedro para conquistar a Catarina. Eso sería bajo. Realmente siento algo muy especial por ese chico, ni siquiera sé explicarlo, pero siento cierta conexión con él, creo que es porque es hijo de la mujer que amo —dije con toda sinceridad.
—No estarías traicionando a Cata, Melissa. Estarías ayudando a tu amiga a ser feliz —llamó su atención Patricio—. Yo haría cualquier cosa para que Alessandro sea feliz. Y si me incluyes en el paquete de perdón, tú y Cata tendrán al mejor y más fiel amigo, lo prometo.
Melissa miró a cada uno de los hombres sentados alrededor de la mesa y suspiró cansada.
—Puede que me esté metiendo en un lío, y puede que me arrepienta mucho de esto, pero está bien, les voy a ayudar. Solo porque estoy cansada de ver a Catarina sufrir y porque percibo que de verdad te gusta Pedro, Alessandro.
—No te arrepentirás. Haré muy feliz a tu amiga —dije sosteniendo su mano.
—Más te vale, porque si vuelves a hacerla sufrir te aplastaré como a un insecto. Y quiero otra porción de este pastel de fresa también —amenazó Melissa.
—Hasta el pastel entero si quieres —dije sonriendo ampliamente.

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