Cuando llegamos a la casa de Patricio las chicas ya estaban allí y vinieron corriendo para tomar a Pedro de los brazos de Alessandro, quien quedó algo malhumorado hablándoles.
— ¡Locas, tengan cuidado con mi amiguito!
— ¡Finalmente voy a conocer a Pedro! —Rick comentó acercándose con una sonrisa.
Mi hijo estaba rodeado de mis amigos que lo hacían reír y soltar grititos con las cosquillas que recibía en su barriguita, ¡haciéndome sonreír también! De repente miró a Alessandro.
— ¡Alessando, piscina! —dijo con sus ojitos violeta brillantes.
— Vamos a poner los flotadores y aplicar el protector primero, Pedrito. —Le dije mientras ya extendía sus bracitos hacia Alessandro.
— Déjame a mí, mamá. Yo cuido de nuestro niño hoy, diviértete y relájate. —Alessandro habló dándome una enorme sonrisa.
Estaba aún más guapo bajo el sol, cabello despeinado, gafas oscuras, camisa blanca y bermudas, calzaba sandalias y hasta sus pies eran hermosos. Tomó la bolsa de Pedro de mis manos y se ocupó de aplicar protector a mi hijo e inflar los flotadores, colocándolos en sus bracitos. Después, cuidadosamente, entró en la piscina llevando a Pedro con él y los dos comenzaron a jugar muy animados.
— ¡Tu hijo es hermoso, Catarina! —Rick habló.
— ¡Impresionante cómo se parece a Alessandro, hasta el color de los ojos! —Heitor comentó medio perplejo.
— Yo diría que Cat tiene un tipo muy bien definido. —Patricio me sonrió.
— Ah sí, bombón, yo diría que hombres guapos, altos, musculosos, no son el tipo de muchas mujeres. —Virginia provocó haciendo que todos rieran.
Los muchachos decidieron unirse a Alessandro y a Pedro en la piscina y de repente había seis niños grandes dentro del agua. Las chicas aprovecharon para preguntar todo lo que pasó entre Alessandro y yo y no me permitieron escatimar detalles.
— ¿Pero y ustedes, cómo siguió el juego después de que me fui? —Pregunté muy curiosa.
— Mi hermano se fue poco después. Hasta me dio pena, pero ya le advertí que no tenga esperanzas contigo. —Virginia habló.
— No quiero lastimar a tu hermano, Vi. Él es una gran persona. —Dije.
— Quédate tranquila, Cat. Él sabe muy bien que amas a Alessandro. Además es bastante mayor y sabe cuidarse. Pero quiero preguntarte una cosa. —Virginia tenía la curiosidad estampada en el rostro.
— ¿Qué es? Prometo responder. —Garanticé que le daría la respuesta fuera cual fuera la pregunta.
— Ese beso que te dio en el cuello, fue bastante provocativo. ¿Qué sentiste? —Virginia hizo una pregunta que no esperaba.
— Ah, Vi. Tu hermano es demasiado guapo y los besos en el cuello son el punto débil de cualquier mujer y tu hermano sabe cómo hacerlo. No voy a negarlo, me puse un poco nerviosa, me dejó toda erizada y acalorada, el beso fue muy bueno, fue sexy y atrevido, y, en otras circunstancias, me habría hecho querer besarlo. —Hablé con sinceridad.
— Entonces te gustó su contacto. —Ella afirmó y yo estuve de acuerdo—. La próxima vez que Alessandro haga de las suyas, voy a animar a mi hermano a conquistarte. —Todas nosotras estallamos en carcajadas.
— ¿Pero y ustedes? —Me moría de curiosidad.
— Ay, amiga, después de que te fuiste la cosa se calentó. —Melissa habló sonriendo—. Yo gané e hice igual que Taís, besé a Nando y a Ángel a la vez. —Miré a mi amiga sin creerlo—. Mi príncipe es una delicia, ¡pero Ángel es fuego puro! ¡Qué hombre!
— Mel, ¿Nando estuvo bien con eso? —pregunté impactada.
— A Nando le encanta verme sentir placer amiga, tú lo sabes. ¡Fuimos a casa y tuvimos una noche caliente como la mierda! —Melissa habló como si reviviera en la memoria la noche que tuvo. Yo solo pude reír.
— ¿Y tú, Sam? —Pregunté a Samantha.

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