La Danza del Despertar romance Capítulo 90

Al pensar en cómo Rosa la trataba con tanta amabilidad por fuera, mientras que por dentro quién sabe qué tramaba, a Vanesa le entraba una molestia que no podía disimular. Así que ni siquiera le guardó las apariencias: ordenó a los guardaespaldas que la sacaran sin rodeos.

—Ah, ya entiendo —exclamó Vanesa, como si de pronto todo encajara—. Ahora que lo menciona, usted me había hablado de eso antes.

Pero cuando su abuela le contó el asunto, nunca mencionó el nombre de esa muchacha.

Obviamente, tampoco se le ocurrió que pudiera tratarse de Rosa.

Ahora que lo pensaba, probablemente en ese momento Rosa no sabía cómo reconocer que la anciana era la señora de la familia Galindo, así que por eso se le pegó tanto.

Aunque al final la echaron, la descarada todavía se atrevió a presumir delante de Raimundo, diciendo que era la favorita de María Jesús.

—De risa.

—Vane, ¿por qué sacaste el tema de Rosa de repente? —preguntó Luisa—. Espera, ¿ella se apellida...?

El tipo que se llevó a Vane a Maralinda, ¿no tenía también el apellido Ávalos?

—No es nada, abuela —Vanesa sonrió con soltura—. Solo era una curiosidad. Ya es tarde, debería irse a dormir. ¿No recuerda que el doctor insistió en que tiene que descansar temprano?

—Bah, yo me siento más fuerte que nunca... —la anciana murmuró en voz baja mientras regresaba a su habitación.

Vanesa observó la espalda de su abuela alejarse, y una sonrisa traviesa se asomó en sus labios.

Al volver a su propio cuarto, Vanesa notó que tenía una nueva solicitud de amistad en WhatsApp.

El usuario se identificaba como “Pablo”.

Vanesa apenas dudó y aceptó la solicitud.

Luego de aceptarlo, quiso escribir algo, pero al poner los dedos sobre la pantalla, se quedó en blanco. No tenía idea de qué decir.

Pablo tampoco le había enviado ningún mensaje.

Vanesa le dio vueltas al asunto hasta que le dolió la cabeza, así que mejor dejó el celular a un lado y se lanzó de espaldas sobre la suave cama.

Con este tipo de cosas no hay que precipitarse, mejor dejar que fluyan solas...