Ambas se quedaron con la cara tensa, como si el aire se hubiera espesado entre ellas.
Dolores fue la primera en romper el silencio. Se levantó de golpe, apuntó con el dedo a Brenda y le soltó:
—¿Todavía tienes el descaro de volver? ¿Tienes idea de cuánto tiempo estuve esperándote hoy afuera de la escuela?
Brenda la miró sin un solo gesto en la cara y le contestó con voz plana:
—Le llamé a tu maestra para avisarle que hoy no te iba a llevar la comida. Debería habértelo dicho.
Era cierto, la maestra sí lo había mencionado.
Pero Dolores estaba convencida de que Brenda iría de todas formas. En todo el año, sin importar lo que pasara, Brenda nunca había fallado. Ni siquiera cuando estaba enferma.
—¿Y no sabes que no soporto la comida de la escuela? ¿Qué asunto tan importante tenías como para no traerme la comida? Me falta solo un mes para el examen de ingreso universitario, ¿y si por tu culpa me va mal? ¿Vas a hacerte responsable?
Brenda no cambió de expresión.
—Dolores, no estoy obligada a cuidarte. A partir de hoy, no pienso hacerte ni una comida más, ni te voy a andar persiguiendo para que hagas la tarea. Arréglatelas sola.
Dolores se quedó pasmada.
Desde que se mudó a vivir con Joel y Brenda, Brenda nunca le había hablado así. Siempre se las arreglaba para variarle los platillos, la animaba a estudiar, le compraba ropa y zapatos. Y aunque ella solía gritarle o hacerle berrinches, Brenda siempre se aguantaba.
Carolina, furiosa, se le fue encima a Brenda:
—¿Y si tú no te ocupas de su comida ni de su estudio, entonces quién lo va a hacer? ¿Cómo puedes ser tan irresponsable?
—Que se encargue quien sea su madre. Yo no voy a estar manteniendo a quien sólo sabe ser malagradecida.
—¿A quién le dices malagradecida? Si te sigues pasando de lista, le voy a decir a mi hermano que venga y te ponga en tu lugar.
Brenda la miró sin inmutarse.
—Mejor pídeselo a tu nueva cuñada. Joel y yo ya estamos divorciados.
Dicho esto, Brenda entró a la recámara principal, sacó una maleta enorme y empezó a empacar sus cosas.
Dolores no podía creer lo que acababa de escuchar.
¿Divorcio? ¿Cómo podía ser posible?
Si Brenda adoraba a Joel, parecía que le rezaba. ¿Cómo iba a divorciarse?
Aunque luego pensó que si Joel había insistido en divorciarse, tampoco era tan raro. Ahora que su verdadero amor ya tenía un hijo suyo, seguro quería darle un lugar legítimo.
Pero recordaba que no hacía mucho le había preguntado a Joel al respecto, y él le aseguró que no pensaba divorciarse.

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